El grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) anunció su aceptación de una tregua humanitaria propuesta por Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, tras semanas de intensos combates que culminaron con la caída de El Fasher, la última ciudad estratégica en Darfur que permanecía bajo control del ejército sudanés.
La supuesta disposición al diálogo de las FAR llega en un momento en que el grupo ha logrado sus mayores avances militares desde el inicio del conflicto en 2023, lo que despierta dudas sobre la autenticidad de su voluntad de paz. Lejos de ser un gesto de reconciliación, su anuncio parece una maniobra política para legitimar su dominio en el oeste del país y ganar tiempo ante el creciente aislamiento internacional.
Mientras los mediadores del llamado “Cuarteto” —liderado por Estados Unidos— buscan imponer un alto al fuego de tres meses, el ejército sudanés se ha negado a firmar cualquier acuerdo que no contemple la retirada completa de las FAR de las zonas civiles y la entrega de armas. Los mandos castrenses temen el uso de esta tregua por parte de los paramilitares para rearmarse y reorganizar sus líneas de combate.
En este contexto, la propuesta de tregua se percibe más como una estrategia diplomática para contener una catástrofe mediática, que como un intento genuino de detener la guerra. Las FAR, fortalecidas militarmente y con un control territorial casi total sobre Darfur, comienzan a organizar estructuras administrativas paralelas, lo que amenaza con la partición definitiva de Sudán. Además, las autoridades sudanesas acusan a Emiratos Árabes Unidos de financiar a las FAR con armamento, lo que ha tensado aún más la mediación internacional.

2 años de conflicto; 2 bandos enfrentados
Desde abril de 2023, Sudán vive una guerra civil entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), dirigidas por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), comandadas por Mohamed Hamdan Dagalo “Hemedti”. El conflicto, originado por una lucha de poder tras el derrocamiento del dictador Omar al-Bashir, ha derivado en una catástrofe humanitaria sin precedentes.
Las FAR —herederas de las milicias Janjaweed, responsables del genocidio en Darfur— controlan hoy la mayor parte del oeste del país y han sido acusadas de limpieza étnica y crímenes de guerra. La toma de El Fasher en 2025 marcó un punto de inflexión: miles de civiles fueron asesinados o desplazados, también se cometieron violaciones y saqueos sistemáticos. La ONU y otras organizaciones humanitarias advierten la comisión de un genocidio más.
Con más de 150.000 muertos, 13 millones de desplazados y la mitad del país al borde de la hambruna, Sudán enfrenta la mayor crisis de desplazamiento del planeta. La comunidad internacional, paralizada y dividida, ha reducido su ayuda al mínimo. Mientras tanto, el país se desangra ante la indiferencia global y la ambición de dos generales que han destruido cualquier posibilidad de transición democrática.
Fotografías: Redes












