Ovidio Guzmán López, «El Ratón» e hijo del narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán, abandonó la prisión de Chicago para ser trasladado a una ubicación secreta bajo custodia estadounidense. Este movimiento ocurre días después de que se declarara culpable de cuatro graves cargos por narcotráfico y delincuencia organizada ante un tribunal federal.
El traslado, confirmado por los registros del Buró Federal de Prisiones (BOP) este lunes 14 de julio, no implica su liberación. Guzmán López ingresó al programa de protección de testigos de la Oficina del Alguacil de EE.UU. Esto se debe al acuerdo de culpabilidad que firmó, donde se comprometió a colaborar como testigo e informante en investigaciones contra el Cártel de Sinaloa.
Su futuro depende ahora de la utilidad que las autoridades estadounidenses encuentren en su cooperación. Si la colaboración se considera «de calidad», los fiscales podrían recomendar una pena menor a la cadena perpetua que inicialmente enfrentaba. Su sentencia final será determinada en enero de 2026.
Esta situación refleja la controvertida política de EE.UU. de negociar con capos a cambio de información, una práctica que genera profundas dudas sobre su eficacia real para desmantelar las redes criminales.
Su hermano, Joaquín Guzmán López, se encuentra en una situación similar bajo protección. Había sido entregado voluntariamente a EE.UU. el año pasado. Sin embargo, su abogado defensor, Jeffrey Lichtman, negó la existencia de un acuerdo de culpabilidad para él, afirmando que aún analizan la evidencia y se preparan para un posible juicio.
El caso de Ovidio Guzmán pone sobre la mesa las complejas y a menudo opacas dinámicas entre el narcotráfico, la justicia estadounidense y la fallida «guerra contra las drogas», cuyas consecuencias más devastadoras recaen históricamente sobre el pueblo mexicano.
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Fotografía: Redes