Las lluvias monzónicas y las inundaciones han dejado más de 1.000 personas muertas en Pakistán, donde la vulnerabilidad climática se agrava año tras año. El país asiático es considerado uno de los diez más expuestos a los efectos del cambio climático.
De acuerdo con la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres de Pakistán (NDMA), desde el 26 de junio han muerto 1.002 personas y más de 1.036 han resultado heridas. Además, se reporta la destrucción parcial o total de 12.569 viviendas, incluidas más de 4.000 colapsadas por completo.
La crisis se intensifica en la provincia de Punjab, hogar de casi la mitad de la población nacional. La NDMA denunció que las inundaciones son “excepcionalmente altas” debido a la liberación de aguas de represas en India, en los ríos Chenab, Ravi y Sutlej, que fluyen hacia territorio pakistaní.
El impacto no es solo humano: más de 6.500 cabezas de ganado se han perdido, afectando a comunidades campesinas ya golpeadas por la precariedad económica. Esta situación recuerda la catástrofe de 2022, cuando murieron 1.700 personas y las pérdidas superaron los 30 mil millones de dólares.
Aunque el monzón es vital para la agricultura —aporta hasta el 70% de la lluvia anual—, la deforestación, el cambio climático y la urbanización descontrolada han debilitado la capacidad de los ecosistemas para absorber y drenar el exceso de agua.
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Fotografía: Yasir Rajput












