La comunidad internacional enfrenta una nueva crisis en Oriente Medio tras los bombardeos lanzados por Estados Unidos contra infraestructuras nucleares en Irán, un hecho que ha reavivado tensiones en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU. La sesión extraordinaria del domingo dejó ver un marcado división entre potencias occidentales y orientales, con Rusia, China y Pakistán reclamando una resolución urgente para frenar la violencia.
En el encuentro, el secretario general de la ONU, António Guterres, hizo un llamado enérgico a detener la escalada, destacando el riesgo que implica la militarización del conflicto nuclear iraní. Subrayó que aún existe la posibilidad de encauzar el problema por la vía diplomática si se actúa con rapidez.
Mientras tanto, la delegación estadounidense justificó la operación como una acción necesaria, asegurando que Irán ha evadido sistemáticamente los mecanismos de verificación nuclear y persiste en su amenaza contra Israel. Según su representación ante la ONU, se trató de una respuesta proporcional ante un peligro inminente.
China expresó su rechazo al uso de la fuerza, argumentando que el diálogo debe seguir siendo la herramienta principal para resolver disputas nucleares. Para el embajador chino, aún es viable una solución pacífica si se reactiva la vía multilateral.
Rusia, por su parte, arremetió contra la narrativa estadounidense, recordando el precedente de Irak en 2003 y cuestionando la legitimidad de los argumentos actuales. Desde su perspectiva, los bombardeos reafirman una postura unilateral que ignora las consecuencias humanas y geopolíticas en la región.
El representante iraní acudió al Consejo para solicitar la condena internacional, señalando que el ataque constituye una clara violación del derecho internacional. La resolución propuesta por Rusia, China y Pakistán busca frenar nuevas hostilidades, aunque no menciona explícitamente a Estados Unidos o Israel.
No se ha confirmado aún una fecha para la votación, pero todo indica que Washington podría vetar el texto, lo que volvería a evidenciar el estancamiento en la capacidad de respuesta del Consejo ante conflictos armados entre grandes potencias.
La situación mantiene en vilo a la región, donde el riesgo de una conflagración de mayores proporciones sigue latente, mientras aumentan las voces que piden un retorno inmediato a las negociaciones multilaterales sobre el programa nuclear iraní.
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