El presidente Donald Trump asegura que ya encontró un comprador para TikTok, la red social propiedad de la empresa china ByteDance, cuya venta forzosa se ordenó por motivos de “seguridad nacional”. Pero detrás del movimiento hay mucho más que negocios: se trata de una nueva pieza en la guerra tecnológica entre EE.UU. y China.
En 2024, el Congreso estadounidense aprobó una ley que obliga a ByteDance a vender TikTok o enfrentar su prohibición total en el país. Trump, al regresar a la Casa Blanca, pospuso tres veces la fecha límite, estableciendo finalmente el 17 de septiembre de 2025 como el plazo definitivo para concretar la operación.
“Tenemos compradores muy ricos, muy poderosos, y queremos mantener TikTok funcionando, pero sin riesgo para Estados Unidos”, declaró Trump ante medios estadounidenses.
Los posibles compradores
Entre los nombres que han sonado en medios y círculos empresariales destacan:
- Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), interesado en expandir su control sobre plataformas digitales.
- Jimmy “MrBeast” Donaldson, el youtuber más famoso del mundo, con más de 340 millones de seguidores, quien ya ha manifestado públicamente su deseo de adquirir TikTok.
- Consorcios tecnológicos como Oracle (fundado por Larry Ellison), que ya en 2020 intentó adquirir TikTok.
- Fondos de capital privado que operan como intermediarios políticos y financieros en este tipo de adquisiciones.
¿Y China?
El gran obstáculo es Beijing. El gobierno chino ha dicho que TikTok no se venderá fácilmente, y menos si se incluye el traspaso de su algoritmo, considerado un activo estratégico nacional.
ByteDance ha declarado que no tiene planes inmediatos de vender, y que cualquier intento de forzar la venta violaría derechos fundamentales como la libertad de expresión y el libre comercio.
¿Qué sigue?
Trump ha dicho que anunciará al comprador en dos semanas, justo cuando se intensifica el ciclo electoral en EE.UU.
Si no hay venta antes del 17 de septiembre, la aplicación será prohibida oficialmente en el país.
El futuro de TikTok en EE.UU. no es solo un tema de plataformas o entretenimiento. Es un nuevo capítulo de la disputa global por el control de los datos, la influencia sobre las nuevas generaciones y la hegemonía tecnológica del siglo XXI.