En un contexto de creciente tensión en la región del Indo-Pacífico, Reino Unido y Australia han reafirmado su disposición para actuar conjuntamente en caso de un conflicto con China, especialmente si este se relaciona con Taiwán. El secretario de Defensa británico, John Healey, enfatizó desde el portaviones HMS Prince of Wales, ubicado en Darwin, Australia, que ambos países están comprometidos a colaborar en la defensa y están dispuestos a luchar lado a lado como lo han hecho históricamente.
Healey explicó que la fortaleza de estas naciones radica en su alianza y en la cooperación con otros aliados, entre los que se incluye Estados Unidos, con quienes realizarán próximamente ejercicios militares conjuntos en la zona. Estas declaraciones reflejan una postura más firme de parte del gobierno británico frente a la posibilidad de un enfrentamiento con Pekín.
Recientemente, Reino Unido y Australia firmaron una declaración conjunta en la que subrayan su compromiso con la resolución pacífica de conflictos a través del diálogo, rechazando el uso de la fuerza o la coerción. No obstante, reafirmaron también su intención de fortalecer los vínculos con Taiwán, lo que supone un claro mensaje político en el contexto de las tensiones regionales.
Por su parte, Australia enfrenta un delicado equilibrio en sus relaciones internacionales. Aunque está alineada con sus aliados occidentales, el primer ministro Anthony Albanese ha adoptado una postura más cautelosa respecto a un posible compromiso militar directo en un enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Albanese manifestó que su prioridad es proteger el interés nacional australiano, manteniendo una relación pragmática con China, el principal socio económico de Australia, y evitando comprometerse con escenarios de conflicto.
Este doble enfoque refleja la complejidad geopolítica que enfrenta Australia, que se encuentra «atrapada entre dos frentes», intentando equilibrar su compromiso con las alianzas tradicionales y la necesidad de mantener estabilidad con China.
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