Sabrina Carpenter volvió a encender el debate sobre el uso político de la música, luego de que la Casa Blanca incorporara su canción “Juno” en un video oficial del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). La cantante, reconocida por su activismo social, cuestionó públicamente la decisión y rechazó que su trabajo sea vinculado con las recientes operaciones de deportación impulsadas por el gobierno federal.
El material difundido mostraba imágenes de detenciones realizadas por ICE mientras sonaba el tema de Carpenter, en medio de la fase más intensa de deportaciones ordenadas por la actual administración. La artista expresó que la publicación le resultaba ofensiva y contraria a los valores que ha defendido, especialmente en temas de derechos humanos.
Desde Washington, la portavoz Abigail Jackson justificó la estrategia de comunicación, al argumentar que la Casa Blanca busca enfatizar la expulsión de personas consideradas de alto riesgo. En su postura pública, Jackson relacionó el mensaje del video con la línea dura del gobierno respecto a seguridad, dejando claro que la administración no prevé rectificar su narrativa. Su intervención reforzó el tono confrontativo entre la política migratoria federal y la comunidad artística.
El episodio reabrió un debate recurrente: la utilización de canciones sin el consentimiento moral o explícito de sus intérpretes en contenido gubernamental. En meses recientes, el gobierno ha recurrido a temas de artistas que han manifestado desacuerdo político, lo que ha impulsado discusiones sobre derechos de autor, ética en campañas digitales y los límites entre entretenimiento y propaganda.
Carpenter, quien también ha tomado posición en debates nacionales tras las elecciones de noviembre, reiteró que no quiere que su música sea asociada con acciones que considera perjudiciales para comunidades migrantes. Su mensaje fue respaldado por miles de seguidores que señalaron los efectos del uso de contenido artístico para legitimar políticas de deportación.
La intérprete ha demostrado un activismo continuo, especialmente en causas LGBTQ+. Presentaciones públicas, mensajes en redes y colaboraciones con organizaciones civiles han reforzado su imagen como una de las voces jóvenes más influyentes en derechos sociales. Durante su actuación en los VMAs, sus bailarines desplegaron mensajes en defensa de la comunidad trans, gesto que se volvió viral y consolidó su postura dentro del activismo pop.
En días recientes, Carpenter alentó a su audiencia a donar al Centro Nacional de Leyes de Inmigración, gesto que la posicionó no solo como crítica del uso de su música, sino como promotora activa de apoyo legal para migrantes afectados por los operativos federales.
Analistas y periodistas especializados señalaron que esta situación evidencia las nuevas fricciones entre cultura digital y estrategias políticas, pues plataformas como Instagram permiten que instituciones públicas utilicen canciones populares sin solicitar autorización directa. Aun así, la Casa Blanca no retiró la publicación, dando paso a una nueva confrontación entre el gobierno y artistas de alto perfil.
Foto: Redes












