Sudáfrica dio inicio a los ensayos clínicos de su primera vacuna oral contra el cólera completamente desarrollada y fabricada en territorio africano, un paso histórico hacia la soberanía sanitaria del continente y la reducción de su dependencia de laboratorios extranjeros.
El proyecto, liderado por la farmacéutica Biovac con el apoyo del gobierno sudafricano, la Fundación Gates y otras entidades filantrópicas internacionales, representa el primer intento exitoso en más de medio siglo de producir una vacuna de principio a fin en África. A diferencia de los productos de “relleno y acabado” usados hasta ahora, esta vacuna fue desarrollada íntegramente en el país, desde el cultivo de las cepas bacterianas hasta su formulación final.
El Ministro de Salud, Aaron Motsoaledi, destacó que la pandemia de COVID-19 dejó al descubierto la vulnerabilidad del continente ante el monopolio de las farmacéuticas globales. Explicó que fabricar vacunas localmente no solo salvará vidas, sino que blindará a África frente al nacionalismo de las vacunas y las crisis de suministro que marginaron a millones durante la emergencia sanitaria.
La vacuna se encuentra en su fase inicial de ensayos clínicos, orientada a comprobar su seguridad en adultos antes de pasar a pruebas más amplias que medirán su eficacia frente a las vacunas ya existentes. Si los resultados son positivos, podría estar disponible para uso en África a partir de 2028.
Un paso hacia la soberanía sanitaria de África
El director ejecutivo de Biovac, Morena Makhoana, señaló que el proyecto responde a una necesidad urgente: la escasez mundial de dosis en medio de brotes crecientes de cólera en África. En países como Malaui, Zimbabue o Mozambique, los sistemas de salud colapsan ante epidemias que podrían evitarse con una vacunación accesible y sostenida.
Especialistas del Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica resaltaron que el ensayo demuestra la madurez científica e industrial del país, capaz de realizar investigaciones complejas con estándares internacionales. El avance también se alinea con el objetivo de la Unión Africana de producir el 60 % de las vacunas del continente para 2030, frente al actual 1 %.
Aunque Sudáfrica no es un país endémico de cólera, sufre brotes recurrentes vinculados a la falta de agua potable en comunidades marginadas. En 2023, un brote en Hammanskraal dejó 47 muertos, evidenciando las desigualdades estructurales que agravan la crisis sanitaria.
Más allá del logro científico, el desarrollo de esta vacuna es una declaración política: África busca emanciparse del control farmacéutico global y asumir el liderazgo en la lucha contra sus propias epidemias.
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