El gobierno ruso ha manifestado su preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos suministre misiles de crucero Tomahawk a Ucrania, considerando que este paso modificaría de forma significativa el panorama del conflicto, aunque sin alterar la determinación del Kremlin de continuar con su «operación militar especial».
El viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, abordó este tema en un reciente encuentro con la prensa, y explicó que una entrega de armamento de este tipo implicaría un salto cualitativo en el conflicto, debido al alcance y la tecnología de estos misiles. No obstante, recalcó que la estrategia rusa se mantiene inalterable, y que los objetivos establecidos seguirán en marcha sin importar el aumento del apoyo occidental a Kiev.
Riabkov también se refirió a los esfuerzos diplomáticos previos, como los mantenidos en Anchorage, Alaska, entre los presidentes Vladímir Putin y Donald Trump. En su opinión, ese impulso inicial por un acuerdo se ha visto obstaculizado por la postura de líderes europeos que han apostado por prolongar el conflicto, lo que ha deteriorado el ambiente diplomático entre Moscú y Washington.
Desde la Cancillería rusa se advirtió que la operación y efectividad de los misiles Tomahawk no sería viable sin apoyo técnico directo de Estados Unidos, lo que podría implicar la participación de personal militar extranjero en el conflicto, una línea roja para Rusia.
Por su parte, la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, subrayó que una decisión como esta dañaría profundamente las ya deterioradas relaciones entre Rusia y Estados Unidos, justo en un momento donde comenzaban a darse señales incipientes de diálogo.
Zajárova advirtió que esta medida tendría efectos duraderos sobre la posibilidad de encontrar una solución política al conflicto, y expresó la esperanza de que las advertencias rusas sean consideradas en Washington antes de tomar una decisión definitiva.
Finalmente, el Kremlin comparó la relación actual con Washington con un edificio al borde del colapso, afirmando que las grietas en la estructura diplomática ya han alcanzado los cimientos.
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