8 DE JULIO DE 2025. La presidencia de Corea del Sur mostró su decepción ante el bloqueo que Japón ha instrumentado ante la Unesco, con tal de no hacer enmiendas a la versión histórica que actualmente presenta en antiguos centros de trabajo forzado implementados durante el período en que Japón mantuvo un imperio colonial sobre la península de Corea, entre 1910 y 1945.
En el marco de la Reunión 47 del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, que se celebra en París, Francia, entre el 6 y 16 del mes en curso, Japón consiguió bloquear una solicitud de Corea del Sur para establecer una revisión de la versión histórica oficial sobre los complejos industriales de la Revolución Meiji de Japón, donde se explotaba mano de obra forzada de personas de Corea del Sur, acarreadas contra su voluntad a islas donde trabajaban por el resto de sus vidas.
El bloqueo de Japón prevaleció durante una votación por mayoría simple. Esto, a pesar de que desde 2015, Japón se comprometió públicamente a abordar esta cuestión en la narrativa museográfica desplegada en dichos sitios, inscritos como patrimonio cultural Unesco. El gobierno de Corea del Sur anunció que esta circunstancia impedirá un entendimiento cabal con la autoridad de Tokio.
Así lo reportan medios como The Korea Herard y The Korean Times, que denuncian que desde julio de 2021, el Comité Unesco expresó preocupación en un reporte que subió a su sitio, tras visitar sitios industriales históricos de Japón, como la isla de Hashima, y encontrar que el gobierno japonés no había realizado ningún tipo de ajuste en la información que se da a los visitantes sobre las condiciones forzadas en que las personas de Corea de Sur eran conducidas a dicho lugar, donde eran explotadas hasta la muerte.
Durante la década de 1940, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, miles de coreanos fueron forzados a trabajar en la isla japonesa de Hashima (también conocida como «Gunkanjima» o «Isla Acorazado»). La empresa Mitsubishi, propietaria de la mina de carbón submarina en la isla, los sometió a condiciones laborales inhumanas.
Los trabajadores coreanos, trasladados contra su voluntad, enfrentaron jornadas extenuantes, escasas raciones de alimentos, enfermedades y accidentes constantes debido a la falta de seguridad. Se estima que cientos de ellos murieron en la isla a causa de estas condiciones extremas.
El episodio representa un oscuro capítulo de la historia de la explotación laboral y los abusos cometidos durante el periodo colonial japonés, siendo un punto de tensión histórica entre Corea del Sur y Japón hasta el día de hoy.
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