La decisión del gobierno de Donald Trump de cerrar oficialmente la investigación sobre Jeffrey Epstein, el magnate vinculado a una red de explotación sexual, ha generado una tormenta dentro de la misma coalición ultraconservadora que lo respalda. Mientras el mandatario y la fiscala general Pam Bondi intentan dejar atrás el tema, sus propios aliados insisten en que aún hay verdades incómodas por revelar.
“¿Sigues hablando de Jeffrey Epstein?”, respondió con visible molestia el presidente Trump a un periodista durante una reunión de gabinete, horas después de que el Departamento de Justicia emitiera un comunicado donde afirmaba que no hay justificación para divulgar más información sobre el caso.
Pam Bondi, por su parte, resumió la postura oficial sin matices: “Se suicidó”. Sin embargo, la respuesta no convenció a muchos dentro del movimiento MAGA, donde persiste la creencia de que Epstein fue asesinado para proteger a figuras poderosas.
Tensión en la base ultraderechista
Figuras clave de la derecha trumpista estallaron en críticas. La activista Laura Loomer exigió la renuncia de Bondi, acusándola de “mentirle al pueblo estadounidense” y de encubrir posibles implicaciones de personajes de alto perfil. Elon Musk, en abierta confrontación con Trump desde hace meses, arremetió también: “¿Cómo esperan que confíen en Trump si no publica los archivos Epstein?”, escribió en sus redes.
En el fondo, la frustración responde a una promesa incumplida. En febrero, Bondi había asegurado que la llamada “lista de clientes” de Epstein estaba en su escritorio. Esa declaración generó expectativas de nuevas revelaciones que nunca llegaron.
Tensiones internas en el gobierno
La presión ha comenzado a dejar huella dentro del gabinete. Fuentes cercanas a Bondi aseguran que teme que su manejo del caso afecte su futuro político. En paralelo, el FBI, bajo la dirección de Kash Patel y con Dan Bongino como subdirector, ha sido blanco de críticas por la falta de avances, a pesar de haber destinado a decenas de agentes para revisar archivos y cintas de video relacionados con Epstein.
El caso ha sido abordado ampliamente por pódcasts conservadores, que esta semana arremetieron contra la narrativa oficial. El exasesor de Trump, Steve Bannon, acusó a las instituciones de encubrimiento y pidió “desmantelar esos aparatos”. Tucker Carlson, otro influyente comentarista de ultraderecha, calificó el informe final del Departamento de Justicia como un intento de tapar la verdad.
Fox News también se sumó a las críticas, con titulares que exigían “RESPUESTAS SOBRE EPSTEIN” durante sus transmisiones estelares.
Un tema incómodo para Trump
El enojo por el cierre del caso marca una de las críticas más duras hacia Trump desde su propio espectro político. Aunque la mayoría de los ataques se concentran en Bondi y el FBI, la presión sobre el presidente crece, sobre todo entre quienes consideran que ha abandonado una causa simbólica para la ultraderecha.
Algunos analistas conservadores incluso han desviado la culpa hacia el expresidente Joe Biden, insinuando sin pruebas que su administración pudo haber destruido evidencias antes de dejar el poder. Sin embargo, es importante recordar que Epstein fue detenido en 2019, durante la primera presidencia de Trump, y muchas de las investigaciones ocurrieron bajo su gestión.
En su defensa, Bondi aseguró que el Departamento de Justicia revisó todo el material disponible, incluyendo miles de horas de grabaciones, pero que no encontró evidencias concluyentes más allá del contenido ya conocido. “Lo que había eran videos de pornografía infantil. Nunca verán la luz del día”, afirmó.
Pero en un ecosistema mediático dominado por teorías conspirativas, la declaración difícilmente cerrará el tema. Para buena parte de la derecha trumpista, el caso Epstein sigue siendo un símbolo del poder oculto y la impunidad de las élites, incluso si ahora señalan a los suyos como parte del encubrimiento.
