La Unión Europea impuso este viernes una multa histórica de 2.950 millones de euros —unos 3.500 millones de dólares— a Google por abusar de su posición dominante en el mercado de la publicidad digital. Según la Comisión Europea, el gigante tecnológico favoreció sus propios servicios y perjudicó a editores, anunciantes y competidores.
Es la cuarta sanción antimonopolio que recibe Google en Europa en la última década, pero esta vez el mensaje es más contundente: además de la multa, la empresa deberá detener sus prácticas de autopreferencia y cambiar su modelo de negocio para evitar conflictos de interés.
Bruselas endurece las reglas
La investigación comenzó en junio de 2021 y analizó cómo Google controla diferentes etapas del negocio publicitario, desde la subasta de anuncios hasta la gestión de las plataformas donde aparecen. Los reguladores concluyeron que la compañía aprovechó esa posición para priorizar sus propias herramientas y reducir las opciones de la competencia.
Aunque en algún momento la Comisión Europea consideró forzar a Google a vender parte de su negocio publicitario, finalmente optó por una sanción económica ejemplar y nuevas obligaciones regulatorias. La decisión llega en medio de tensiones crecientes entre Bruselas y Washington, donde la administración de Donald Trump mantiene diferencias con Europa sobre comercio y regulación tecnológica.
Un modelo de negocio bajo presión
Google domina casi toda la cadena de valor de la publicidad digital. Su control sobre las plataformas, las subastas y la intermediación entre anunciantes y editores genera, según la Comisión, conflictos de interés inevitables que limitan la competencia y afectan a miles de empresas y consumidores.
La publicidad digital mueve miles de millones de euros cada año y sostiene buena parte de la economía online. Por eso, cualquier práctica que concentre aún más el poder en una sola empresa preocupa a los reguladores y a los mercados.
Europa se planta ante las big tech
La sanción a Google no solo tiene un impacto económico, sino también político. Bruselas busca fijar límites claros frente al poder creciente de las big tech y defender la competencia en un entorno donde unas cuantas corporaciones controlan la economía digital.
Expertos citados por Financial Times y The Guardian consideran que este caso podría convertirse en un punto de referencia global y abrir la puerta a que otros países adopten medidas similares para regular el poder de las grandes tecnológicas.