Un viaje sin destino
La delegación argentina viajó a Washington con la promesa de regresar con buenas noticias: un acuerdo que permitiría a millones de argentinos entrar a Estados Unidos sin visa. Pero el recibimiento fue frío. Los funcionarios nunca fueron atendidos. No hubo reuniones, ni fotos, ni comunicados. Solo instrucciones claras: “den media vuelta”.
Detrás del portazo hay dos historias que se cruzan. Por un lado, la descoordinación interna en la Casa Blanca, donde la firma de un memorando de intención no contó con la aprobación de los altos mandos. Por otro, la sombra creciente de la corrupción que envuelve al gobierno libertario de Javier Milei.
La mancha que preocupa en Washington
Fuentes cercanas a la administración estadounidense confirmaron que las alarmas están encendidas. No se trata solo de papeles mal gestionados, sino de escándalos que involucran directamente al presidente argentino.
En la lista de sospechas aparecen nombres que forman parte del corazón político de La Libertad Avanza: Karina Milei, la poderosa hermana del presidente; Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados; y Eduardo “Lule” Menem, uno de los asesores más influyentes del círculo presidencial.
La delegación, encabezada por Juan Pazo —titular de la agencia tributaria ARCA—, tuvo que regresar sin presentar avances. Estados Unidos no quiso comprometerse con un gobierno que, a ojos de muchos, carga ya con un problema serio de credibilidad.
El golpe simbólico
Para Milei, el frenazo duele más allá de lo diplomático. Desde su llegada al poder, ha intentado construir una narrativa de alianza inquebrantable con Washington y con Donald Trump. En sus discursos recientes, prometía “firmar algo grande” que marcaría un antes y un después en la relación bilateral.
La realidad lo alcanzó. Lo que Milei buscaba vender como un triunfo en plena campaña electoral terminó convertido en un desaire público. El mensaje es claro: en la capital estadounidense, antes de hablar de integración, quieren ver transparencia y estabilidad política.
Por ahora, el “gran acuerdo” queda archivado. Y la foto soñada de Milei celebrando en Washington tendrá que esperar. Si llega.












