Xi Jinping advirtió que la humanidad enfrenta la disyuntiva entre “paz o guerra”, durante el desfile militar más grande en la historia de China, acompañado por Vladimir Putin y Kim Jong-un. El evento conmemoró el 80 aniversario de la victoria contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial y fue interpretado como un mensaje claro de resistencia frente al bloque occidental.
En la Plaza de Tiananmen, ante más de 50 mil asistentes, Xi sostuvo que China no se dejará intimidar por potencias extranjeras y reafirmó que el país es “imparable” en su camino de rejuvenecimiento nacional. Putin y Kim, al estrechar manos con Xi, proyectaron una imagen de alianza que busca reescribir un orden internacional más justo, frente a las sanciones y presiones de Estados Unidos.
El presidente ruso destacó en días previos los lazos “sin precedentes” con China, mientras que la presencia de Kim —en su segundo viaje internacional en seis años— reforzó el simbolismo de una cooperación trilateral que inquieta a Washington.
Trump reaccionó con mensajes en su red social, acusando a los tres líderes de “conspirar contra Estados Unidos”. Sin embargo, sus declaraciones contrastan con la fortaleza mostrada por China, Rusia y Corea del Norte, decididas a construir un eje político y militar alternativo al dominio occidental.
La exhibición militar incluyó armamento de última generación, entre ellos misiles hipersónicos, drones submarinos y el nuevo misil intercontinental DF-61, capaz de alcanzar objetivos lejanos. Para los analistas, se trató de un mensaje directo a Estados Unidos y sus aliados, que buscan cercar a China en la región Asia-Pacífico.
El desfile también contó con la asistencia de líderes de Irán y Myanmar, mientras que ningún mandatario occidental estuvo presente, lo que reafirma la fractura geopolítica actual. Observadores señalaron que el evento, junto con la reciente cumbre del Sur Global en Tianjin, consolida el papel de Xi como articulador de un bloque dispuesto a desafiar la hegemonía estadounidense.
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Fotografía: Patrick FOK