Grünheide, Alemania. — La Gigafactory de Tesla, ubicada en las afueras de Berlín, se ha convertido en símbolo de una nueva tensión en Europa: el choque entre la promesa de una industria “verde” y los costos sociales, ambientales y políticos que impone su expansión.
Desde su construcción, la planta ha generado protestas por deforestación, sobreexplotación de recursos hídricos, abusos laborales y el apoyo abierto de Elon Musk al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
Deforestación y crisis del agua
Ambientalistas han denunciado la tala de más de 150 hectáreas de bosque para instalar la fábrica. Además, el consumo de agua proyectado por Tesla equivale al de una ciudad de más de 30 mil habitantes, lo que ha provocado alertas en una de las regiones más secas del país.
Activistas han realizado ocupaciones simbólicas del bosque, marchas y actos de protesta desde antes de la inauguración de la planta. Incluso, grupos como “Vulkangruppe” se han atribuido acciones directas, como un incendio en instalaciones eléctricas a manera de sabotaje.
Precarización laboral y represión sindical
La planta, que llegó a emplear a más de 11 mil personas, enfrenta una crisis operativa: las ventas del Modelo Y han caído en Europa, obligando a Tesla a reducir turnos, suspender líneas de montaje y almacenar autos sin vender.
La central sindical IG Metall acusa a Tesla de eludir los convenios colectivos alemanes, presionar a empleados con jornadas extenuantes y hostigar a trabajadores en baja médica. En algunos casos, directivos fueron enviados a los domicilios de empleados incapacitados, una práctica que provocó escándalo nacional en 2024.
Trabajadores entrevistados por medios internacionales afirman que la imagen progresista de Tesla ha sido reemplazada por un ambiente autoritario y opaco, donde las promesas de innovación chocan con la precariedad cotidiana.
Respaldos políticos peligrosos
El propio Elon Musk ha contribuido a la polémica. A través de redes sociales y declaraciones públicas, ha manifestado su simpatía por la AfD, partido de extrema derecha que promueve políticas antimigrantes y euroescépticas. En 2025, Musk incluso proyectó un saludo nazi simulado en la fachada de la planta, lo que desató indignación internacional.
Organizaciones sociales y políticos locales acusan al empresario de utilizar la retórica del progreso tecnológico para normalizar posturas autoritarias.
Dudas sobre el modelo industrial
Aunque algunos sectores han celebrado la inversión por los empleos y la infraestructura asociada (carreteras, trenes, servicios), el balance social y ambiental sigue siendo negativo para muchos residentes. Además, con el desplome de las ventas de Tesla en Europa y las tensiones laborales internas, el futuro de la planta está lejos de ser estable.
La Gigafactory de Grünheide plantea una pregunta incómoda para Europa y para la izquierda global: ¿puede haber transición ecológica sin justicia laboral ni responsabilidad democrática?