Ciudad de México.– En medio de la creciente tensión por el regreso a México de Hernán Bermúdez Requena, identificado por autoridades como líder del grupo criminal La Barredora, el senador de Morena y exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, aseguró que no tiene nada que temer.
En entrevista, el legislador sostuvo: “no tengo nexos con el grupo criminal de ‘La Barredora’”, al tiempo que reiteró su disposición a comparecer ante el Ministerio Público en caso de ser requerido.
El traslado de Bermúdez, ejecutado tras un proceso judicial en el extranjero, ha despertado suspicacias en distintos sectores políticos. La oposición ha intentado vincular al senador con viejas estructuras de seguridad en Tabasco, cuando fungió como gobernador, insinuando posibles cercanías con personajes bajo investigación.
Frente a estos señalamientos, López Hernández respondió con frialdad: “estoy tranquilo y sin preocupaciones”, enfatizando que su trayectoria está abierta al escrutinio público.
La detención y posterior repatriación de Bermúdez reavivaron el debate sobre los alcances del crimen organizado y su penetración en la política regional. Sin embargo, el morenista insistió en que este episodio no lo involucra ni lo distrae de su trabajo legislativo.
La narrativa de Adán Augusto se enmarca en un contexto en el que, históricamente, sectores conservadores han utilizado casos judiciales para golpear a figuras de la izquierda. Hoy, con el avance del proyecto de la Cuarta Transformación, no faltan voces que buscan desgastar a dirigentes de Morena asociándolos —sin pruebas— a redes delictivas.
Más allá de las declaraciones, el tema abre preguntas sobre el papel de las fiscalías y la manera en que se procesa la justicia en México, donde el uso político de los expedientes judiciales ha sido una práctica recurrente.