En las últimos días se evidenció una escalada de agresiones digitales dirigidas tanto contra la bancada de Morena en el Congreso capitalino como contra ministros de la Suprema Corte, mostrando que las operaciones con bots y la suplantación de identidad se han convertido en herramientas de disputa política y de manipulación pública.
La suspensión de la cuenta oficial de los legisladores morenistas en X y la creación de perfiles falsos que intentaron hacerse pasar por integrantes del Máximo Tribunal confirman que la guerra digital avanza sobre instituciones y actores clave, alterando la circulación de información y poniendo en riesgo la confianza ciudadana en los canales oficiales.
Ataque digital contra la bancada de Morena CDMX
La cuenta oficial del grupo parlamentario de Morena en la plataforma X fue suspendida tras una avalancha de reportes coordinados. De acuerdo con la interpretación de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, y del vocero legislativo, Paulo García, la suspensión se dio en un contexto de presiones generadas por granjas de bots que actuaron de manera organizada para provocar el bloqueo.
La plataforma exigió documentos oficiales y comprobación de identidad para reactivar el perfil legislativo, mientras que la bancada insistió en que la acción digital ocurrió justo después de que se difundieran testimonios y evidencias relacionadas con la violencia registrada durante la marcha del 15N, donde se ha señalado la participación de redes vinculadas a actores opositores.
Desde el Gobierno capitalino, se advirtió que la operación digital no sólo buscó derribar la cuenta, sino condicionar la circulación de información legislativa, afectando un espacio institucional que forma parte de la transparencia pública. Para la administración capitalina, el uso de bots con fines políticos constituye una forma moderna de censura y un riesgo para el debate democrático.
Ministros de la SCJN sufren suplantación masiva de identidad
Paralelamente, tres ministros de la Suprema Corte —Hugo Aguilar Ortiz, Lenia Batres y Giovanni Figueroa Mejía— denunciaron la creación de perfiles falsos en redes sociales y servicios de mensajería. Estos perfiles imitaban nombres, fotografías y lenguaje institucional para contactar a usuarios, solicitar dinero o promover supuestos beneficios económicos.
Las denuncias explicaron que los responsables replicaron elementos de identidad digital con la intención de engañar, extorsionar y aprovechar la legitimidad pública de los ministros. La SCJN emitió un comunicado subrayando que ninguno de sus integrantes solicita recursos, ofrece programas o maneja grupos exclusivos en redes sociales, por lo que pidió a la ciudadanía reportar cualquier perfil sospechoso.
El fenómeno mostró cómo la suplantación digital ya no se limita a figuras políticas de campaña, sino que afecta a los más altos órganos del Estado mexicano, convirtiéndose en una amenaza transversal que busca manipular percepciones, vulnerar la confianza pública y facilitar esquemas de fraude.
Un patrón común: manipulación informativa a través de identidades falsas
Ambos casos, aunque ocurridos en espacios diferentes, revelan un mismo patrón de agresión digital:
• Uso de bots para intervenir en decisiones de plataformas.
• Creación de perfiles falsos que imitan identidades reales.
• Coordinación de campañas para silenciar, intimidar o engañar.
• Vulneración de cuentas institucionales que informan a la ciudadanía.
El ataque contra la bancada de Morena y la suplantación de ministros evidencian que la disputa política y la delincuencia digital convergen en tácticas cada vez más sofisticadas que buscan distorsionar el espacio público.
Para la Ciudad de México, donde históricamente se han defendido libertades y derechos digitales, este tipo de operaciones representan una alerta urgente sobre la necesidad de fortalecer la seguridad informática institucional y la verificación de autenticidad en plataformas sociales.
Los ataques contra la bancada de Morena y la suplantación de identidad de ministros de la Suprema Corte revelan un escenario donde la manipulación digital se consolida como una amenaza directa para la vida pública. El uso de bots, perfiles falsos y campañas coordinadas no sólo interfiere en la difusión de información institucional, sino que genera un caldo de cultivo para la desconfianza ciudadana, la desinformación y la erosión deliberada de la credibilidad de las instituciones.
Cuando actores políticos y operadores digitales recurren a estas tácticas, buscan no únicamente silenciar voces o confundir a la opinión pública, sino sembrar dudas sobre lo que es real, legítimo y verificable. Ese es el riesgo más profundo: la instauración de un entorno donde cualquier información puede ser puesta en duda, donde lo falso circula con la misma fuerza que lo verdadero y donde el debate democrático se vuelve terreno fértil para la manipulación.
Frente a ello, la defensa de la veracidad, la autenticidad digital y la transparencia institucional se vuelve urgente, pues sólo así se podrá impedir que estas prácticas consoliden un ecosistema de incertidumbre que beneficia a quienes apuestan por la confusión antes que por la democracia.
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