En Nuevo Laredo, Tamaulipas, las escuelas públicas han abierto sus puertas a niñas y niños migrantes, tanto deportados desde Estados Unidos como provenientes del sur del país. Los planteles aplican procesos flexibles de inscripción para garantizar el acceso a la educación, incluso cuando los menores llegan sin documentos académicos.
El titular del Centro Regional de Desarrollo Educativo (Crede), César Bolaños Hernández, aseguró que las escuelas de educación básica cuentan con capacidad suficiente para recibir a todos los estudiantes en edad escolar. “Tenemos lugar para todos y se les atiende con los mismos derechos y atenciones”, afirmó.
Uno de los principales retos es la falta de certificados o boletas. Ante ello, los planteles realizan inscripciones provisionales mientras se gestionan los expedientes. “Sabemos que a veces no alcanzan a traerse los documentos, pero eso es lo de menos. Les damos la atención y los ayudamos a tramitarlos sin problema”, señaló Bolaños Hernández.
Además de los trámites administrativos, docentes y orientadores brindan apoyo psicoemocional a estudiantes que han atravesado detenciones, traslados o cambios bruscos de entorno. En varios planteles se organizan tutorías, actividades de integración y seguimiento cercano para facilitar la adaptación, especialmente en casos de rezago escolar o barreras lingüísticas.
Las autoridades educativas enfrentan también desafíos logísticos como cambios constantes de domicilio, dificultades de transporte y la continuidad escolar de familias en tránsito. Para atender estas problemáticas, la coordinación con albergues, DIF y organizaciones civiles ha sido fundamental en la prevención de la deserción escolar y en el acompañamiento de estudiantes en movilidad.
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Fotografía: Secretaría de Educación de Tamaulipas












