Heineken pone la mira en el agua de Yucatán para expandir su producción

La cervecera Heineken planea instalar una planta en Kanasín, Yucatán, que extraerá más de un millón de metros cúbicos de agua al año.

La cervecera transnacional Heineken anunció la construcción de una nueva planta en el municipio de Kanasín, Yucatán, con una inversión estimada en 8,700 millones de pesos y una capacidad de producción proyectada en 400 millones de litros anuales. El complejo estará ubicado en el parque industrial Indara II, desarrollado por el grupo Desur, en las cercanías de la Reserva Ecológica Cuxtal y el Anillo de Cenotes, áreas con alto valor ambiental e hídrico.

Diversas organizaciones sociales y ambientales expresaron su preocupación ante el posible impacto del proyecto sobre los recursos hídricos de la región. La Península de Yucatán enfrenta desde hace años una creciente presión sobre su acuífero, y la llegada de una industria con alto consumo de agua podría profundizar el estrés hídrico.

El proyecto fue anunciado públicamente en septiembre de 2023, pero fue hasta abril de 2024 cuando se ingresó ante la Secretaría de Medio Ambiente el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA). Colectivos como Kanan Derechos Humanos y la Contraloría Autónoma del Agua han señalado que la información difundida sobre el proyecto ha sido limitada y que la consulta pública no ha garantizado la participación informada de la población, en contravención de acuerdos como el Acuerdo de Escazú.

Según estimaciones técnicas, la planta requerirá la extracción de más de un millón de metros cúbicos de agua al año, una cifra que representa una proporción significativa del consumo total en Kanasín. A pesar de ello, no se ha identificado de forma clara en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) la concesión correspondiente a Heineken o a sus socios en el desarrollo.

En paralelo, Kanasín ya enfrenta problemas ambientales derivados de la instalación de granjas porcícolas, industrias refresqueras y el crecimiento urbano desordenado. Organizaciones locales han advertido que la operación de la planta podría agravar los riesgos de contaminación y agotamiento de mantos freáticos.

El proyecto forma parte de una estrategia más amplia de atracción de inversiones hacia el sur-sureste del país. No obstante, voces ciudadanas insisten en que el modelo de desarrollo debe priorizar el acceso equitativo al agua y la preservación ambiental, antes que favorecer intereses empresariales con alto impacto ecológico.

La instalación de Heineken en Yucatán se da en un contexto donde la región se ha vuelto atractiva para la relocalización de industrias, en parte por su conexión con el Tren Maya y la ampliación de infraestructura. Sin embargo, especialistas y colectivos coinciden en que la sustentabilidad hídrica debe ser el eje rector de cualquier nuevo proyecto.

El caso ha reactivado el debate sobre el tipo de industria que se promueve en el país y sobre los mecanismos de participación ciudadana, indispensables para evitar que los megaproyectos industriales deriven en nuevas formas de desigualdad y deterioro ambiental.

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