Alejandro ‘Alito’ Moreno, dirigente nacional del PRI y actual senador, lanzó un nuevo llamado a la unidad de la oposición de cara a las próximas elecciones estatales, al advertir que competir divididos solo favorece a Morena. Sin embargo, su propuesta de «unidad opositora» deja ver más una estrategia de supervivencia partidista que un proyecto político con visión de país.
Moreno Cárdenas sostuvo que PAN, PRI y Movimiento Ciudadano (MC) deben conformar una coalición «pragmática», donde el partido más fuerte en cada estado encabece la candidatura:
“¿Qué va a pasar si tenemos tres buenos candidatos de la oposición, y Morena va en conjunto con PT y Verde? ¿Quién va a ganar? Morena”.
A simple vista, la lógica parece inobjetable: en una contienda desigual, sumar fuerzas podría equilibrar el tablero. Pero el análisis más profundo revela que la insistencia del priista en formar alianzas no parte de una posición de fortaleza, sino de una necesidad urgente de preservar relevancia ante el desplome histórico de su partido.
El llamado a la unidad de Moreno Cárdenas parte de una autoadmisión disfrazada: que el PRI por sí solo ya no tiene la capacidad de ganar elecciones clave. En los comicios del pasado 1 de junio, en Veracruz y Durango, aunque trató de matizar los resultados con cifras puntuales, lo cierto es que el PRI no logró consolidarse como fuerza dominante ni siquiera en sus bastiones históricos.
Moreno llegó a afirmar que el PRI «puede competir solo en todas las gubernaturas», pero acto seguido sembró la duda: “¿Nos alcanzará para ganar solos?”. El doble discurso revela una realidad: el PRI, como fuerza electoral, está en declive y su sobrevivencia depende de coaliciones que lo mantengan con vida política a costa de ceder protagonismo.
La insistencia de ‘Alito’ en alianzas también ignora el desprestigio de su propio liderazgo. Su figura arrastra escándalos de corrupción, grabaciones filtradas, y una dirigencia priista que ha perdido elecciones clave en los últimos años. En lugar de renovar al partido, Moreno parece enfocado en perpetuarse al frente de las decisiones estratégicas del tricolor.
¿Qué ofrece la oposición?
Más allá de la aritmética electoral, la oposición enfrenta un problema de fondo: carece de una narrativa común y de un proyecto alternativo claro al que representa Morena. Unirse solo por oponerse no basta para convencer a un electorado cada vez más escéptico y politizado. La ciudadanía exige más que una simple suma de logos en una boleta.
Moreno Cárdenas insiste en que este es un «momento histórico» y que no se trata solo de partidos, sino del «futuro del país». Pero mientras sus llamados a la unidad no vengan acompañados de una verdadera autocrítica, de una depuración interna del PRI, y de propuestas concretas que conecten con las demandas sociales, su voz seguirá sonando más a maniobra de emergencia que a liderazgo visionario.
El llamado de ‘Alito’ Moreno a formar una coalición opositora puede ser leído como un intento tardío de revertir el derrumbe del PRI.
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