En un nuevo episodio de confrontación en el Senado, la senadora del PAN, Lilly Téllez volvió a hacer noticia no por propuestas ni trabajo legislativo, sino por buscar llamar la atención a través de denuncias y actos polémicos contra Morena. Recientemente, interpuso una denuncia contra dos senadoras de Morena, Malú Micher y Karina Ruiz, acusándolas de agredirla con unas tijeras durante una sesión del 25 de junio.
Más allá de la presunta agresión, llama la atención que Téllez haya decidido llevar el conflicto a la Fiscalía General de la República y solicitar medidas de protección, en lo que parece una estrategia para mantenerse en el centro del debate público, pues su discurso y acciones suelen girar en torno a ataques directos contra Morena, sin nada que ofrecer mas allá de eso.
El incidente, ocurrido durante la discusión de la ratificación de embajadores, tuvo como escenario una polémica provocada por Téllez, quien utilizó un megáfono para acusar de corrupción al embajador ratificado, Juan Antonio Ferrer. En ese contexto, las legisladoras de Morena intentaron evitar la interrupción cortando el cable del aparato, un hecho que Téllez ha presentado como una agresión física grave.
No obstante, esta nueva controversia refleja la constante estrategia de la senadora panista de confrontar y buscar escándalos contra su partido opositor, sin que hasta ahora haya podido consolidar un discurso político constructivo o propuestas que logren mayor respaldo dentro o fuera del Senado.
Con esta denuncia y la petición de una orden de restricción, Lilly Téllez parece más enfocada en mantener la atención mediática mediante conflictos y denuncias que en trabajar en los temas legislativos que su cargo exige. Este enfoque cuestionable evidencia la dificultad de la senadora para encontrar otras vías que no sean el enfrentamiento directo para hacer visible su agenda política.
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