Un enfrentamiento intenso ha estallado dentro de la derecha mexicana, protagonizado por la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega y el actor y aspirante político Eduardo Verástegui. La controversia gira en torno a la defensa de la fe católica, el rol de la religión en la política y la disputa por liderar la agenda conservadora del país.
El conflicto comenzó cuando Verástegui convocó a rezar el Rosario, un acto que despertó molestia en Rojo de la Vega, quien llegó a calificar esta convocatoria como una actitud “enferma”. A raíz de esto, ella misma fue criticada desde sectores conservadores, ya que horas después organizó una oración en la alcaldía para pedir guía divina en la defensa de los valores occidentales, un movimiento que algunos interpretaron como un viraje político para contrarrestar las críticas.
El actor respondió a las palabras de la alcaldesa subrayando que defender la fe y la familia no debería considerarse algo enfermo, y que el verdadero problema es atacar a quienes creen en Dios. Desde entonces, ambos han intercambiado acusaciones y recriminaciones a través de redes sociales, con seguidores de ambos bandos enfrentándose verbalmente.
El origen del desencuentro se remonta también a la publicación por parte de Verástegui de una fotografía de Rojo de la Vega en una marcha feminista, que usó para cuestionar la identidad conservadora de la alcaldesa. Esta publicación desató una serie de ataques y réplicas en las que ambos personajes se tildaron mutuamente de hipócritas, oportunistas y traidores a sus respectivos ideales.
La disputa no se ha limitado a ellos, ya que figuras políticas como la senadora Lilly Téllez y la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez también han sido mencionadas dentro del conflicto, evidenciando las fracturas internas dentro del conservadurismo mexicano.
Además, simpatizantes de ambos protagonistas han arremetido con calificativos duros. Por ejemplo, seguidores de Rojo de la Vega han criticado a Verástegui por intentar imponer una agenda religiosa en la política y por estar al servicio de ciertos intereses, mientras que aliados de Verástegui han acusado a la alcaldesa de inconsistencias y de actuar para lavar su imagen tras sus declaraciones iniciales.
Incluso en el ámbito político, consultores y exfuncionarios han opinado sobre la disputa. Algunos ven en Rojo de la Vega una figura progresista que confronta la religión católica desde una postura feminista, mientras que otros prefieren mantener la unidad de la derecha y critican las divisiones internas que este tipo de conflictos genera.
El intercambio ha llegado al punto de cuestionar la autenticidad y las motivaciones de ambos líderes. Verástegui ha acusado a sectores de PRI y PAN de promover campañas en su contra para dividir a la oposición conservadora, mientras que sus críticos le señalan como un personaje que juega un papel populista y de confrontación para atraer votos.
Por su parte, Rojo de la Vega ha recibido tanto respaldo como críticas internas, y ha tenido que enfrentar acusaciones de oportunismo político y de tratar de ganar aceptación entre el electorado católico tras sus comentarios iniciales contra el rezo del Rosario.
Este choque, que parece reflejar la complejidad y diversidad ideológica dentro de la derecha mexicana, pone en evidencia la lucha por definir qué y quién representa los valores conservadores hoy en el país, mientras ambos protagonistas continúan su disputa por posicionarse como líderes del sector.
Foto: Redes