En el reciente documental “PRI: Crónica del fin”, dirigido por la periodista Denise Maerker, se reconstruye el proceso de descomposición del Partido Revolucionario Institucional (PRI), incluyendo testimonios inéditos de actores clave en la política mexicana. Entre ellos, destaca la reaparición del expresidente Enrique Peña Nieto, quien ofrece una mirada introspectiva sobre su gestión y el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018.
El capítulo final del documental se centra en el derrumbe del PRI en los años recientes, explorando desde el triunfo de Vicente Fox en el 2000 hasta la fragmentación interna del tricolor en la actualidad. Se analiza cómo el partido, tras décadas de hegemonía, no supo adaptarse a los cambios sociales ni responder a las exigencias ciudadanas, lo que lo llevó a perder legitimidad.
Uno de los momentos más críticos narrados en la serie es el regreso del PRI a la presidencia con Peña Nieto en 2012. El documental recupera imágenes y testimonios sobre la campaña mediática que impulsó su figura, su matrimonio con Angélica Rivera y los incidentes como la protesta estudiantil de #YoSoy132. A pesar de la narrativa de renovación, la administración de Peña Nieto rápidamente enfrentó cuestionamientos por corrupción, frivolidad y desconexión con la ciudadanía.
Elba Esther Gordillo, figura clave en las alianzas políticas del PRI, afirma que Peña Nieto no contaba con la preparación suficiente para ejercer la presidencia, lo que derivó en errores estratégicos y falta de control político.
Uno de los episodios más señalados en el sexenio fue el escándalo de la “Casa Blanca”, el cual, según Peña Nieto, fue mal manejado al dejar sola a su esposa frente a la opinión pública. Reconoce que ese momento fue decisivo en la pérdida de credibilidad de su gobierno.
También se mencionan las reformas estructurales impulsadas al inicio de su mandato, el llamado “Pacto por México”, y la imagen internacional que proyectó con la portada de Time como “salvador de México”, que pronto contrastó con los escándalos internos.
El caso Ayotzinapa, el aumento del precio de la gasolina y la debilidad de la candidatura de José Antonio Meade en 2018, contribuyeron al deterioro del partido y al fortalecimiento de la figura de López Obrador.
En el que quizá es el momento más revelador del documental, Peña Nieto reflexiona sobre la elección de 2018, señalando que aunque su partido fue derrotado, se alcanzó el objetivo de dar paso al candidato que la mayoría de los mexicanos quería. De esta manera, parece reconocer indirectamente que la llegada de AMLO fue inevitable y deseada, incluso por ciertos sectores del poder.
“Ganó quien queríamos que ganara, ganó quien la mayoría quería que ganara”
Ante los rumores sobre un presunto pacto con López Obrador para garantizar impunidad, el expresidente rechaza categóricamente esa versión, sugiriendo que tales acuerdos carecían de sentido y que no hubo necesidad de ningún arreglo político.
El documental concluye con una revisión del presente del PRI, marcado por disputas internas, la llegada de Alejandro Moreno (“Alito”) a la dirigencia y la salida de figuras históricas como Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu. Algunos exfuncionarios, como Aurelio Nuño, advierten que el partido podría quedar reducido a una fuerza regional sin liderazgo nacional.
Figuras como Juan Villoro y Marcelo Ebrard ofrecen perspectivas más filosóficas: el PRI, aseguran, ha muerto como partido, pero su estilo político sigue presente en el sistema mexicano. Incluso se sugiere que el priismo simplemente se ha transformado y ahora vive bajo otras siglas, haciendo referencia al partido Morena.
La serie deja claro que el triunfo de AMLO no fue solo electoral, sino un fenómeno social impulsado por el descontento acumulado. La transición de poder no solo fue entre gobiernos, sino entre proyectos de país, donde los ciudadanos decidieron poner fin a décadas de corrupción y clientelismo.
Peña Nieto, al reconocer que “ganó quien queríamos que ganara”, ofrece una de las declaraciones más sorprendentes del documental, que puede entenderse como una aceptación de que el viejo régimen ya no tenía lugar en la nueva narrativa nacional.
Foto: Redes