El sexenio de Enrique Peña Nieto se recuerda más por el vacío de poder que por un verdadero proyecto de nación. Así lo afirmó la exlideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, quien en el documental “PRI: Crónica del fin” aseguró que el entonces presidente “no quiso gobernar” y terminó por entregar el rumbo del país a sus secretarios de confianza, Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong.
“Dejó el país en manos de Videgaray y en manos de Miguel. Y ambos querían ser presidentes”, lanzó Gordillo, en una declaración que refleja la lucha interna y el oportunismo que marcó el sexenio priista.
El documental, dirigido por Denise Maerker, exhibe el contraste entre el Peña Nieto candidato y el Peña Nieto presidente. Él mismo lo admite frente a cámaras: “Me encantó hacer campaña… me encantaba meterme con la gente, sentirme apapachado”, dejando ver que su entusiasmo se agotó en la contienda electoral y no en la responsabilidad de gobernar.
Otros testimonios refuerzan esta idea. Beatriz Paredes reconoce que el PRI se dejó llevar por la euforia del triunfo en 2012 sin analizar su fragilidad, mientras Andrés Manuel López Obrador señala que se trataba de un “merengue” inflado mediáticamente, sostenido por la frivolidad y el marketing político.
La serie también recuerda el papel de Angélica Rivera, “La Gaviota”, como engranaje en la construcción de una candidatura diseñada para la televisión más que para la historia. Entre tanto, las promesas incumplidas, los gasolinazos, los escándalos de corrupción y el desgaste social hicieron que el priismo llegara destrozado a 2018.
El propio Peña Nieto confiesa que nunca pensó en un proyecto de continuidad, sino únicamente en quién podía competir y ganar. Esa lógica cortoplacista terminó por hundir no solo a su gobierno, sino también a un partido que parecía eterno.
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