El empresario y exfuncionario capitalino Simón Levy ha reaparecido en la esfera pública con un mensaje en el que asegura sentirse culpable por haber apoyado a Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018, afirmando que su participación habría influido en cerca de un millón de votos a favor del entonces candidato presidencial. Sin embargo, sus declaraciones carecen de evidencia verificable y parecen más un intento por recuperar relevancia que un análisis político serio.
El mensaje fue publicado en sus redes sociales el 1 de septiembre, justo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum presentó su primer informe de gobierno y los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) rindieron protesta. La coincidencia ha levantado sospechas sobre el oportunismo detrás de sus declaraciones.
En su publicación, Levy se presenta como un actor decisivo en la victoria de López Obrador, al asegurar que su influencia motivó el voto de cientos de miles de jóvenes y adultos. Pero no ofrece datos, documentos ni pruebas que sustenten tal afirmación. Su versión, más que una reflexión honesta, parece responder a una narrativa construida para confrontar al gobierno y victimizarse políticamente.
A lo largo del mensaje, reitera señalamientos sin sustento contra el actual gobierno, al que acusa de estar vinculado con el narcotráfico. Estas acusaciones, al igual que en ocasiones anteriores, no van acompañadas de pruebas ni han sido respaldadas por organismos oficiales o investigaciones serias.
El historial de Simón Levy, que incluye una ficha roja emitida por la Interpol y confirmada por la Fiscalía General de la República (FGR), agrava la falta de legitimidad de sus señalamientos. La ficha internacional de búsqueda fue difundida por la Organización Internacional de Policía Criminal en agosto pasado, lo que complica aún más su situación jurídica.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum ha cuestionado públicamente la credibilidad de Levy, a quien calificó como un personaje de mala reputación y motivado por intereses personales. La mandataria ironizó sobre su aparente aspiración a colaborar con agencias de inteligencia extranjeras, y exhortó a la ciudadanía a no tomar en serio sus publicaciones.
Desde hace tiempo, Simón Levy ha intentado posicionarse como analista o informante privilegiado, sugiriendo que tiene acceso a información secreta del gobierno de Estados Unidos, algo que nunca ha podido comprobar. Para Sheinbaum, se trata de un intento desesperado de obtener atención mediática mediante el uso de noticias falsas.
En un contexto político donde los exaliados del lopezobradorismo buscan redefinir su lugar en la conversación pública, el discurso de Levy se distingue por su desconexión con la realidad y su falta de rigor, lo que le resta credibilidad ante la opinión pública. Lejos de ofrecer una crítica estructurada o bien informada, su narrativa se basa en afirmaciones ruidosas pero vacías.
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