La vicepresidenta argentina, Victoria Villarruel, rompió públicamente con el presidente Javier Milei, marcando un punto de no retorno en la relación entre ambos. Aunque la fractura venía gestándose desde hace meses, esta vez se manifestó de manera abierta y directa a través de una seguidilla de respuestas en Instagram, donde la vicepresidenta enfrentó críticas y aclaró su postura política y personal, dejando en claro su distanciamiento con el mandatario.
El conflicto se desató luego de una sesión en el Senado que resultó perjudicial para el gobierno, ya que aprobó leyes que implican un aumento del gasto fiscal, contradiciendo el discurso central de Milei en favor del superávit. Villarruel, como presidenta de la Cámara Alta, permitió que la sesión se realizara, lo que fue interpretado por el oficialismo como un acto de traición.
Lejos de recular, Villarruel respondió a las acusaciones con fuertes cuestionamientos al estilo de gobierno de Milei, criticando su falta de austeridad y la desconexión que, según ella, mantiene con las urgencias del pueblo argentino. Cuestionó el uso de fondos públicos para viajes internacionales y para la SIDE, e insinuó que el presidente debería dar el ejemplo si realmente le preocupa el equilibrio fiscal.
Además, la vicepresidenta se refirió al maltrato personal recibido por parte de Milei, recordando un episodio reciente en la catedral de Buenos Aires, donde el mandatario la ignoró deliberadamente. Villarruel lo calificó como un gesto de inmadurez y falta de educación, y manifestó que hasta ahora no ha recibido comunicación alguna del presidente para tratar asuntos de gestión.
El quiebre entre ambos no es nuevo. Desde el inicio del gobierno, Villarruel fue marginada del círculo de decisiones importantes, a pesar de haber aspirado a manejar las áreas de Defensa y Seguridad. Esta exclusión fue leída por algunos como el comienzo de una disputa política de fondo.
Las tensiones con Karina Milei, hermana del presidente y figura clave dentro del oficialismo, también alimentan la desconfianza hacia Villarruel, a quien acusan de trabajar en función de una candidatura personal.
En sus declaraciones, Villarruel defendió su integridad personal y su independencia política, rechazando la idea de ser parte de «la casta», e incluso sugirió que está al tanto de información comprometedora que, por ahora, ha decidido no revelar.
El conflicto abre una nueva etapa de inestabilidad institucional para el gobierno de Javier Milei. La ruptura con su vicepresidenta ya no es solo política, sino también personal, y deja en evidencia las profundas fisuras internas en el oficialismo.
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