En plena crisis económica y con una sociedad golpeada por la inflación, la pobreza y el deterioro institucional, el presidente argentino Javier Milei eligió priorizar su proyección personal con un recital estilo espectáculo en el Movistar Arena de Buenos Aires, donde la política se disfrazó de show y el país real quedó afuera.
El evento, cerrado a la prensa y rodeado de estrictas medidas de seguridad, fue presentado como la excusa para lanzar su nuevo libro La construcción del milagro. Sin embargo, el contenido y la puesta en escena mostraron que la prioridad del mandatario está lejos de los problemas urgentes de la ciudadanía. Mientras millones de argentinos enfrentan dificultades para llegar a fin de mes, el presidente ocupó el escenario durante horas cantando rock nacional, atacando a la oposición y alimentando el culto a su personalidad.
Vestido con una campera de cuero y acompañado por funcionarios convertidos en músicos —entre ellos, diputados y candidatos de su propio espacio—, Milei entonó temas de La Renga, Charly García y Gilda, entre otros. La puesta, más propia de un recital que de un acto institucional, reflejó una desconexión alarmante entre el presidente y la realidad social.
A lo largo del show, no hubo mención alguna a la crisis económica, a la caída del consumo, ni a los recientes datos de pobreza. Por el contrario, se dedicó a profundizar el enfrentamiento con el kirchnerismo, apelando a canciones cargadas de consignas agresivas y discursos encendidos contra Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Axel Kicillof.
Uno de los momentos más insólitos fue la proyección de un video animado con estética de Star Wars, en el que Milei se presenta como una especie de héroe galáctico enfrentando a los medios y a sus adversarios políticos, convertidos en villanos. El tono propagandístico, lejos de generar humor, expuso una preocupante trivialización del debate público y la creciente personalización del poder.
El show también incluyó un segmento en homenaje a Israel, con la interpretación de “Hava Nagila” y declaraciones que parecieron más pensadas para generar impacto en redes sociales que para construir relaciones diplomáticas genuinas.
Al final del acto, el presidente cambió su vestuario y participó de una charla junto a su vocero, Manuel Adorni, donde presentó su libro. La obra se vendía en locales montados dentro del estadio, lo que terminó de configurar el evento como una acción de marketing político antes que un acto de gestión.
Mientras tanto, el país atraviesa una profunda recesión, con miles de comercios cerrando, el desempleo en aumento y una ciudadanía cada vez más frustrada con la falta de soluciones concretas. Frente a este escenario, el show de Milei exhibe un estilo de gobierno basado más en la autopromoción que en la resolución de los problemas estructurales del país.
La escena no fue solo llamativa: fue una postal de un gobierno más enfocado en consolidar su relato que en gobernar. Y mientras el presidente canta, Argentina se apaga.
Foto: Redes












