Rearme europeo: ¿seguridad o sumisión a la estrategia de EE.UU.?

Las nuevas fábricas europeas responden más a contratos con la OTAN que a necesidades nacionales

La Unión Europea ha puesto en marcha la mayor expansión de su industria armamentística en décadas, motivada por la percepción de una amenaza persistente desde Rusia. Sin embargo, detrás del discurso oficial de “autonomía estratégica”, la realidad apunta a una reconfiguración militar dictada por los intereses geopolíticos de la OTAN, donde Europa continúa actuando como extensión de la estrategia de defensa de Estados Unidos.

El dato que más resalta es que la industria de defensa europea está creciendo tres veces más rápido que en tiempos de paz, con más de 7 millones de metros cuadrados de nuevas fábricas en construcción. Esto representa un cambio estructural que no solo transforma el paisaje industrial del continente, sino que también consolida una lógica de preparación bélica prolongada en lugar de priorizar soluciones diplomáticas al conflicto en el este europeo.

Basado en datos satelitales analizados por Financial Times, un tercio de las 150 instalaciones de defensa evaluadas muestra señales de expansión. Aunque se presenta como una respuesta necesaria al conflicto en Ucrania, este auge armamentístico parece más alineado con los intereses de Washington que con una auténtica estrategia europea de seguridad independiente.

Uno de los motores de esta expansión es el programa ASAP (Act in Support of Ammunition Production), un plan comunitario que inyectó €500 millones en subsidios públicos para estimular la producción de municiones. A esto se suman contratos millonarios con la OTAN y crecientes presiones políticas para incrementar los presupuestos militares nacionales. Según el comisario europeo Andrius Kubilius, la capacidad anual de municiones en Europa pasó de 300.000 unidades a una proyección de 2 millones. Pero esta cifra, lejos de ser un signo de fortaleza, evidencia una carrera armamentista que podría perpetuar el conflicto más que resolverlo.

Empresas como Rheinmetall y N7 Holding han levantado nuevas instalaciones en Hungría, destinadas a la producción masiva de proyectiles. Rheinmetall, por ejemplo, aumentará su producción de proyectiles de 70.000 a 1,1 millones antes de 2027, una cifra que parece responder más a exigencias externas que a una evaluación soberana de necesidades defensivas.

Mientras tanto, gigantes del sector como MBDA, Kongsberg y BAE Systems también se benefician de este nuevo ciclo de inversión pública y contratos militares. En Reino Unido, el gobierno ha destinado más de £150 millones desde 2022 para modernizar sus plantas de municiones, con el objetivo de multiplicar la producción de proyectiles de artillería.

Pese a la euforia en Bruselas, no toda esta expansión se traduce en mayor capacidad real. De los 88 proyectos vinculados al programa ASAP, solo 20 presentan ampliaciones físicas significativas. En muchos casos, se trata de ajustes menores o reutilización de infraestructuras, lo que plantea dudas sobre la eficiencia en el uso de los fondos públicos.

A esto se suma la crítica de que la UE actúa más como ejecutora de los intereses de la OTAN que como un bloque con visión propia. Mientras se invierten miles de millones en producción de misiles, drones y proyectiles, la posibilidad de una solución diplomática al conflicto con Rusia queda fuera del debate, sustituida por una estrategia de contención que podría aumentar la escalada.

El propio comisario Kubilius reconoció que la Comisión Europea ya negocia un nuevo fondo de €1.500 millones para replicar el modelo de ASAP, enfocado esta vez en compras conjuntas de armamento estratégico. Las prioridades: misiles, defensa aérea, drones y artillería pesada, en un escenario cada vez más militarizado.

Aunque se han logrado avances, persisten cuellos de botella técnicos en la producción de misiles complejos, como los motores a reacción para proyectiles de largo alcance. Investigadores del ámbito académico señalan que estos elementos críticos podrían convertirse en los próximos objetivos de subsidios, consolidando aún más un modelo de gasto militar creciente.

La ministra de Exteriores de Letonia, Baiba Braže, calificó esta expansión como positiva, aunque advirtió que la industria debe prepararse para justificar el uso eficiente de los recursos públicos, en un contexto de presión fiscal creciente.

Mientras tanto, las cifras muestran que la capacidad instalada ha aumentado, pero la producción efectiva aún está por debajo del potencial, ya que muchas de estas expansiones estaban planificadas antes de la guerra. En lugar de una estrategia pensada desde Europa para Europa, lo que se observa es una adaptación rápida a las exigencias del bloque atlántico, donde Estados Unidos sigue marcando la agenda.

Foto: Redes

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