Mario Alberto Ávila Lizárraga, político panista con un historial ligado al poder presidencial durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, es buscado por la justicia de Estados Unidos acusado de corrupción internacional. Su trayectoria, marcada más por influencias políticas que por resultados, está ahora bajo la lupa del Departamento de Justicia por su presunta participación en una red de sobornos dentro de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Según el gobierno estadounidense, Ávila Lizárraga y su socio, Ramón Alexandro Rovirosa Martínez, sobornaron a funcionarios de Pemex entre 2019 y 2021 para obtener contratos millonarios. A través de artículos de lujo y pagos en efectivo, lograron amañar licitaciones públicas por al menos 2.5 millones de dólares. El esquema criminal se sostiene en el uso de influencias políticas, corrupción institucional y complicidad interna en la empresa estatal.
Ambos empresarios están acusados de conspirar para violar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA), y enfrentan hasta 20 años de prisión si se les declara culpables. Mientras Rovirosa ya fue arrestado, Ávila permanece prófugo.
Una carrera construida en la sombra del poder: Fox, Mouriño y Calderón
El caso trasciende lo penal y se convierte en un ejemplo claro del entramado político-empresarial que operó durante los gobiernos del PAN. Ávila no llegó a cargos estratégicos por mérito técnico, sino por su cercanía con el círculo íntimo del expresidente Felipe Calderón. Fue uno de los hombres de confianza de Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y operador político del calderonismo, fallecido en 2008.
La historia de Ávila comienza como un asistente menor durante la campaña presidencial de Vicente Fox, pero su verdadera proyección llegó cuando Mouriño lo impulsó primero en Sedesol y luego como candidato del PAN a la gubernatura de Campeche en 2009. Aunque perdió, su lealtad fue premiada: gracias a Carlos Mouriño, hermano del entonces secretario de Gobernación, fue colocado como subdirector de Mantenimiento y Logística en Pemex Exploración y Producción, una de las áreas más sensibles en la operación petrolera.
Su paso por Pemex coincidió con años de múltiples escándalos de corrupción, adjudicaciones opacas y relaciones poco claras entre funcionarios y contratistas, muchas veces protegidas bajo el escudo del poder político panista.
El señalamiento desde Washington no solo exhibe el comportamiento de Ávila y su red, sino que también vuelve a poner en el centro del debate los vínculos entre negocios, contratos públicos y los personajes clave del sexenio de Calderón, muchos de los cuales siguen defendiendo su legado pese a los señalamientos de corrupción sistemática.
Un patrón que se repite: el uso del poder público para beneficio privado
Este caso revela una constante en la historia reciente de Pemex: el uso de posiciones estratégicas por parte de personajes políticos ligados al poder presidencial para abrir puertas al beneficio privado mediante actos de corrupción. Lo que hoy se persigue penalmente en Estados Unidos no es un hecho aislado, sino parte de una lógica heredada de gobiernos que privilegiaron la lealtad política sobre la capacidad técnica.
La detención de Rovirosa y la fuga de Ávila no solo son noticia por sí mismas; son reflejo de cómo operaban los engranajes del poder económico y político en México cuando los intereses privados y partidistas se fusionaban sin límites ni consecuencias.
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