Tras el anuncio del senador Néstor Camarillo Medina sobre la adhesión de 300 expriistas a Movimiento Ciudadano (MC), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Puebla emitió un comunicado en el que intenta restar importancia a lo ocurrido, reconociendo la salida de 120 personas vinculadas al partido, aunque asegurando que no todas eran militantes formales.
En el documento difundido por su dirigencia estatal, el PRI subrayó que al menos la mitad de las renuncias no corresponden a personas registradas en su padrón oficial, y que muchos de los nombres están ligados al círculo cercano del propio Camarillo, lo cual, desde su óptica, reduce el impacto político del éxodo.
A pesar de esta postura, el comunicado refleja un intento del tricolor por contener una crisis interna creciente, marcada por la pérdida de estructuras locales y liderazgos medios que han comenzado a buscar espacios en otros proyectos políticos. La reacción institucional parece más orientada a suavizar el golpe que a desmentir el hecho, en un contexto donde la influencia del PRI en Puebla continúa debilitándose.
La dirigencia partidista lamentó que algunos actores hayan utilizado su paso por el partido como una plataforma para atender intereses particulares, pero evitó emitir señalamientos personales. En su mensaje, recalcaron que el compromiso político debe estar guiado por principios y no por beneficios circunstanciales, haciendo un llamado a la militancia a mantener la cohesión.
Más allá del discurso institucional, lo ocurrido confirma la profunda fractura que vive el PRI en Puebla, con un liderazgo debilitado, estructuras dispersas y una militancia que busca refugio en otros partidos ante la falta de rumbo. Lejos de representar un caso aislado, este tipo de deserciones han sido constantes en los últimos años y reflejan la pérdida de competitividad de un partido que, históricamente, fue dominante en el estado.
De mantenerse esta tendencia, el PRI corre el riesgo de convertirse en una fuerza marginal en Puebla, sin representación real ni capacidad de competir con fuerza en los próximos procesos electorales. La actual desbandada podría ser solo el síntoma visible de una descomposición más profunda, que amenaza con llevar al partido a una desaparición de facto a nivel estatal.
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