Shalom Salomón Ordóñez, periodista y fotógrafo oriundo de Cuetzalan, perdió la vida tras ser víctima de un ataque armado la noche del lunes en la comunidad de Pahpatapan, en el municipio de Cuetzalan del Progreso, Puebla. El comunicador, conocido por ser el fundador de Shalom Cuetzalan Producciones, recibió dos impactos de bala por parte de agresores no identificados, quienes escaparon de inmediato tras cometer el atentado.
El ataque ha generado consternación en la región y ha encendido nuevamente las alertas sobre la seguridad de los periodistas en el estado de Puebla.
Luego del atentado, los servicios de emergencia tardaron cerca de una hora en llegar al lugar, tiempo durante el cual el periodista permaneció gravemente herido. Fue su propio padre quien, en un intento desesperado por salvarle la vida, lo trasladó en un vehículo municipal hasta que llegó el apoyo médico.
Aunque Shalom alcanzó a ser ingresado a un centro hospitalario local, falleció mientras recibía atención médica, lo que ha generado fuertes cuestionamientos en la comunidad sobre la capacidad de respuesta del sistema municipal de emergencias.
Allegados al comunicador y testigos del ataque han manifestado su indignación por la respuesta tardía de las autoridades. Consideran que una atención más ágil pudo haber cambiado el desenlace. Vecinos y organizaciones civiles coinciden en que este hecho refleja una preocupante falta de protocolos para responder a este tipo de emergencias en Cuetzalan.
El gremio periodístico local, acompañado por organizaciones de derechos humanos, exigió el esclarecimiento del crimen y llamó a la Fiscalía General del Estado de Puebla a investigar con celeridad. Además, pidieron medidas de protección para quienes ejercen el periodismo en la región, ya que ven este ataque como parte de una tendencia creciente de violencia contra comunicadores en la zona nororiental del estado.
El asesinato de Shalom Salomón representa no solo una pérdida humana y profesional, sino también un golpe al ejercicio libre de la prensa en comunidades marginadas donde, con frecuencia, los reporteros trabajan sin garantías de seguridad.
Foto: X