El Partido Acción Nacional parece haber limitado las opciones políticas de Eduardo Rivera Pérez tras su salida del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), relegándolo a un rol simbólico que no representa un verdadero liderazgo. El único espacio que le brindaron fue para realizar una entrevista a Vicente Fox, una figura que, pese a su pasado, carga con un legado polémico por la mala gestión durante su sexenio presidencial.
La entrevista, organizada para conmemorar el 25 aniversario del triunfo de Fox en la presidencia, fue un claro ejercicio de adulación excesiva. Rivera Pérez se mostró complaciente y dejó poco espacio para cuestionamientos profundos, en contraste con la necesidad de análisis crítico sobre el impacto que tuvo Fox en la política mexicana.
Aunque el PAN presentó a Rivera como secretario en esta actividad, lo cierto es que en el directorio oficial no figura con ninguna responsabilidad relevante, lo que deja en evidencia que esta actividad no es más que un premio de conciliación para mantenerlo visible sin darle un verdadero papel político.
Vicente Fox aprovechó la oportunidad para lanzar un discurso de crítica al actual régimen, ignorando o minimizando los problemas derivados de su propia administración, que muchos consideran dejó asuntos pendientes y un legado cuestionable.
Esta situación refleja que el PAN ha optado por contener a Rivera con roles mediáticos, mientras vuelve a poner en el centro la figura de Fox, cuya gestión sigue siendo motivo de debate y controversia.
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