La renovación del Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla capital concluyó este domingo con el triunfo de Manolo Herrera Rojas, en un proceso que estuvo lejos de ofrecer garantías de transparencia y que se desarrolló bajo un clima de señalamientos por prácticas clientelares, baja participación y un evidente desgaste institucional.
La jornada electoral, celebrada en el salón Country Club, inició con acusaciones por presunto acarreo de votantes. Decenas de personas llegaron en transporte colectivo organizado, lo que despertó sospechas sobre una movilización estructurada para favorecer a candidatos específicos, principalmente a Herrera. Además, circularon versiones sobre presunta compra de votos, lo que terminó por ensuciar un proceso que ya enfrentaba serias dudas desde su convocatoria.
A pesar de que se esperaba una participación de al menos dos mil militantes, solo votaron poco más de 1,700 panistas, lo que refleja un notorio desinterés interno y la desconexión entre la dirigencia y su base. El padrón activo del partido en la capital es de 4,604 afiliados, por lo que apenas el 37% acudió a las urnas.
Herrera, exregidor municipal y cercano al grupo político del diputado Mario Riestra, obtuvo 1,071 votos, superando ampliamente a Guadalupe Leal Rodríguez, quien alcanzó 660 sufragios, mientras que Arnulfo Carvajal Salcedo quedó prácticamente fuera de competencia con apenas 4 votos.
A lo largo de la jornada, la elección estuvo marcada por un ambiente tenso y una “guerra de porras” entre simpatizantes de Herrera y Leal, quienes se acusaron mutuamente de prácticas desleales. Leal incluso anticipó una posible impugnación del resultado ante instancias electorales, lo que podría prolongar el conflicto interno.
Lejos de ofrecer una imagen de renovación o unidad, la elección del PAN capitalino evidenció la continuidad de los mismos grupos de poder que han controlado el partido en los últimos años, pese a sus constantes derrotas electorales. La figura de Mario Riestra volvió a ser señalada como actor clave detrás del ascenso de Herrera, como ya lo fue en su momento con Jesús Zaldívar, exdirigente actualmente prófugo de la justicia.
Por su parte, los discursos de los candidatos estuvieron cargados de generalidades, con llamados vacíos a la unidad y sin propuestas claras para reestructurar un partido que ha perdido presencia territorial, credibilidad pública y capacidad de oposición efectiva frente al dominio de Morena en la ciudad.
El propio Herrera evitó responder de fondo a las acusaciones en su contra, limitándose a rechazar cualquier señalamiento sin ofrecer explicaciones convincentes. Afirmó tener el respaldo de su trayectoria partidista, aunque su llegada al cargo parece más bien consolidar el poder de los grupos tradicionales del panismo poblano.
Tanto Herrera como Leal han manifestado su interés en participar en las elecciones municipales de 2027, aunque el primero aseguró que su prioridad inmediata será la dirigencia. Sin embargo, sus aspiraciones futuras parecen marcar desde ya una nueva disputa interna en un partido donde el interés personal y los pactos cupulares han desplazado a la militancia y al debate político real.
La renovación del PAN municipal en Puebla concluyó así con más dudas que certezas, más tensiones que consensos, y con la clara señal de que el partido aún no logra resolver su crisis de legitimidad interna ni reencontrar su rumbo en la capital poblana.
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