Puebla enfrenta una reducción acelerada en el número de hablantes de lenguas indígenas, una tendencia que podría profundizarse hacia el año 2030, cuando la cifra descendería a 613 mil 800 personas, según proyecciones basadas en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En 2010, el número de personas mayores de tres años que hablaban una lengua originaria era de 617 mil 504, pero para 2020 bajó a 615 mil 622, es decir, mil 882 hablantes menos en una década. Aunque la reducción parece moderada, especialistas advierten que la tendencia marca una pérdida constante entre las nuevas generaciones y una amenaza directa a la preservación cultural.
Lenguas en riesgo de desaparecer
Puebla continúa siendo hogar de comunidades que hablan náhuatl, totonaco, mazateco, popoloca, mixteco, otomí, tepehua, entre otras lenguas originarias. Sin embargo, algunas enfrentan un alto riesgo de desaparición.
El tepehua, por ejemplo, es la lengua más amenazada: en 2020 solo el 0.04 % de la población indígena la hablaba, y de mantenerse la tendencia, podría extinguirse por completo en la próxima década.
En contraste, el náhuatl se mantiene como la lengua más hablada, con un 73.6 % de los hablantes indígenas en Puebla, lo que refleja su persistencia frente al desplazamiento lingüístico de otras comunidades.
Discriminación y migración, causas principales
De acuerdo con el Diagnóstico de Desplazamiento Lingüístico de las Lenguas Indígenas, elaborado en 2022 por el Instituto Poblano de los Pueblos Indígenas (IPPI), la discriminación es el principal factor que impulsa la pérdida de las lenguas originarias.
El estudio también señala que muchas escuelas “bilingües” imparten clases en español, debido a que los docentes no dominan las lenguas nativas. A ello se suman la migración hacia centros urbanos y el predominio del español en los entornos laborales y sociales, lo que rompe la transmisión intergeneracional.
A pesar de los esfuerzos de los pueblos originarios por preservar sus tradiciones, rituales y formas de expresión, el desplazamiento lingüístico sigue avanzando. Expertos coinciden en que es necesario reforzar las políticas públicas, programas educativos y medios de difusión que garanticen la preservación de las lenguas como patrimonio vivo del estado.












