El Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla sigue sumido en una profunda crisis interna, ahora evidenciada por la renuncia de dos de los tres integrantes de su Comisión Estatal de Procesos Electorales, lo que refleja un nuevo episodio de fractura y descomposición política en sus estructuras.
En apenas mes y medio, Fabián García Sifuentes y Gabriela Colorado Corona –quien presidía la Comisión– abandonaron sus cargos, dejando al órgano prácticamente acéfalo. Más allá de lo administrativo, sus salidas ponen de manifiesto el deterioro organizativo del PAN poblano, que parece incapaz de sostener sus propios mecanismos internos en un año de alta exigencia política.
El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) tuvo que intervenir de inmediato, emitiendo una convocatoria para llenar las vacantes y tratar de contener el desorden. Aunque el proceso sigue los cauces institucionales, la urgencia del relevo revela el grado de inestabilidad que atraviesa el partido.
Mario Riestra Piña, actual dirigente estatal del PAN, deberá coordinar la recepción de aspirantes y justificar ante su Consejo Estatal los perfiles que postulen. Esta función, que en otros tiempos habría sido rutinaria, hoy se convierte en un ejercicio de control de daños frente a una estructura que se resquebraja.
Los tiempos también juegan en contra. La Comisión Permanente tiene apenas una ventana del 30 de junio al 5 de julio para presentar al CEN una terna por cada vacante. Esta prisa no solo limita el análisis serio de perfiles, sino que pone en entredicho la transparencia del proceso.
Por si fuera poco, el reglamento de género –que obliga a sustituir a las personas con alguien del mismo sexo, salvo en el caso de hombres– ha sido aprovechado para justificar movimientos políticos sin verdadera intención de garantizar paridad, sino de mantener cuotas de poder internas.
La salida de Gabriela Colorado, una figura cercana a ciertos liderazgos internos, es vista por analistas como un síntoma del desgaste entre las facciones del panismo poblano, cada vez más alejadas de un proyecto común.
A poco más de un año de las elecciones, el PAN en Puebla enfrenta una pérdida de credibilidad, cohesión y dirección política. Lejos de fortalecer sus estructuras, los vacíos de poder se multiplican. La renovación de su Comisión Electoral, lejos de ser una solución, parece un parche sobre una fractura cada vez más evidente.
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