Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes históricos del Cártel de Sinaloa, no enfrentará la pena de muerte en su proceso judicial en Estados Unidos, según documentos oficiales presentados esta semana ante la Corte del Distrito Este de Nueva York.
El escrito, dirigido al juez Brian M. Cogan, confirma que la Fiscalía General estadounidense determinó no solicitar la pena capital contra el capo mexicano. Este movimiento jurídico representa un indicio clave de que las negociaciones entre la defensa de Zambada y el gobierno estadounidense han entrado en una fase avanzada, con miras a un posible acuerdo de culpabilidad.
Zambada fue detenido en julio de 2024 en un aeropuerto cercano a El Paso, Texas, tras arribar en una avioneta acompañado por Joaquín Guzmán López, hijo de “El Chapo” Guzmán. El caso ha generado atención internacional debido al peso simbólico y operativo de “El Mayo” dentro del narcotráfico trasnacional, especialmente tras décadas de haber evitado ser capturado.
De acuerdo con fuentes judiciales, la defensa del capo habría puesto como condición principal para declararse culpable la no aplicación de la pena capital. La decisión favorable de los fiscales abre el camino para que ambas partes concreten un acuerdo judicial que implicaría que Zambada admita su culpabilidad a cambio de una sentencia menor o de condiciones carcelarias específicas.
Este caso se suma al proceso seguido contra Ovidio Guzmán López, conocido como “El Ratón”, quien también forma parte del llamado Clan de “Los Chapitos”. Ovidio fue extraditado en 2023 y se declaró culpable de múltiples cargos relacionados con el narcotráfico en una corte de Chicago, lo cual fue interpretado como parte de una estrategia jurídica del entorno del Cártel de Sinaloa para negociar beneficios penales en Estados Unidos.
El entorno judicial de Joaquín Guzmán López, hermano de Ovidio y detenido junto con Zambada, también se encuentra en proceso de negociación para un eventual acuerdo de culpabilidad. Mientras tanto, su padre, “El Chapo”, cumple cadena perpetua en una prisión de alta seguridad en EE.UU.
El desenlace de este caso no solo marcaría el fin de una era para el narcotráfico mexicano, sino que también pondría a prueba el sistema de justicia estadounidense en su manejo de figuras emblemáticas del crimen organizado internacional, con implicaciones políticas, diplomáticas y sociales para México.