El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, reavivó la polémica al proponer la instalación de una base militar extranjera en el archipiélago de Galápagos, uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos del planeta. La iniciativa, presentada como una medida para reforzar la lucha contra el narcotráfico, el contrabando de combustibles y la pesca ilegal, ha generado preocupación entre ambientalistas y defensores del patrimonio natural.
El mandatario planteó que la isla Baltra podría servir como punto estratégico para operaciones de vigilancia marítima. Según explicó, el objetivo sería fortalecer la seguridad y proteger los recursos naturales, sin comprometer la soberanía nacional. Sin embargo, especialistas en conservación advierten que la presencia militar podría alterar los ecosistemas únicos del archipiélago, hogar de especies que no existen en ningún otro lugar del mundo.
Organizaciones ambientalistas recuerdan que Galápagos alberga más de 2.900 especies endémicas y que su equilibrio ecológico ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad. Temen que el tránsito de aeronaves, embarcaciones y personal militar aumente la contaminación acústica, la emisión de residuos y el riesgo de especies invasoras, afectando directamente la fauna local.
Pese a las advertencias, Noboa insiste en que su propuesta busca garantizar mayor control marítimo y protección ambiental, y que la población insular podría beneficiarse económicamente de la medida. No obstante, el debate se ha centrado en la posible contradicción entre seguridad y conservación, especialmente en una zona que representa un emblema global de biodiversidad.
El futuro de la propuesta se definirá el 16 de noviembre, cuando los ecuatorianos participen en un referendo nacional que decidirá si se permite o no la operación de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano, prohibidas por la Constitución desde 2008.
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