Columnas

Fentanilo. La molécula de las ganancias infinitas

A lo largo del tiempo, la civilización se ha visto fascinada por encontrar objetos capaces de transformar su entorno en beneficio de sus caprichos. Los alquimistas, por ejemplo, buscaban la piedra filosofal, una sustancia mítica capaz de convertir metales básicos en oro o crear el elixir de la vida, algo que otorgara inmortalidad o curara todas las enfermedades. Aquella búsqueda representaba la transmutación de lo impuro a lo perfecto. En la actualidad, los alquimistas desaparecieron y la búsqueda de la piedra filosofal se transformó en una industria que investiga, fabrica y comercializa sustancias destinadas a aliviar cualquier tipo de padecimiento, sobre todo los del dolor.

Según BBC Mundo¹, la prescripción excesivamente frívola de opioides para aliviar el dolor y la venta libre de sedantes fueron una de las principales causas que detonaron la crisis de opioides en los Estados Unidos. Los opioides son una clase de medicamentos que provienen de la amapola, la misma planta que produce morfina, y cuya adicción se ha convertido en un problema global, con un aumento en el abuso de medicamentos recetados como la oxicodona y la hidrocodona, abriendo paso a drogas ilegales más baratas y potentes, pero también más letales, como el fentanilo.

A primera vista parece un polvo blanco, casi liviano, que cabe en una uña, pero un solo kilo de fentanilo tiene la potencia para matar a medio millón de personas y generar más dinero que el oro. Su costo de producción ronda entre cinco mil y quince mil dólares, mientras su valor en el mercado minorista supera el millón y medio². En términos de rentabilidad, ninguna mercancía legal o ilegal lo iguala, el capitalismo químico encontró en esta molécula su piedra filosofal, pero a la inversa. Una sustancia mínima, adictiva, rentable, portátil, que se convierte en oro, alivia el dolor de manera express, pero no transmuta lo impuro a lo perfecto, sino al revés, convierte al cuerpo humano en un coágulo viviente que ha perdido todo control sobre sí mismo, incluso sobre sus funciones más básicas.

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, 2025)³, el mundo vive su punto más alto de consumo de sustancias sintéticas. 61 millones de personas usan opioides, 30.7 millones consumen metanfetaminas y la oferta de cocaína sigue en expansión, sin mencionar los más de 200 millones de consumidores de marihuana que existen a nivel mundial. Aunque el consumo de esta última es alto, los consumidores de drogas sintéticas dejan más dinero en el mercado, ya que pueden venderse a precios elevados como la cocaína o accesibles como el fentanilo, pero todas con costos de producción bajísimos y márgenes de ganancia extraordinarios.

La economía global del narcotráfico ya no depende solo del cultivo de plantas, sino de sostener, mediante laboratorios clandestinos, la industria mundial de las drogas sintéticas. China provee los precursores químicos, México los transforma y Estados Unidos los distribuye y consume. En ese circuito, el fentanilo se ha convertido en la mercancía más rentable de la historia moderna.

Lo que en los raves se conocía como tripp hoy son sobredosis silenciosas en picaderos de Virginia Occidental o en calles abarrotadas de personas sin hogar en Delaware. Lo que antes se consumía buscando la expansión de la conciencia, ahora se inhala para adormecer el dolor, el hambre o la pura agonía de la vida. Las cifras del CDC (2024)⁴ indican más de 100 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos por año, 7 de cada 10 vinculadas al fentanilo. La epidemia ha viajado más rápido que cualquier otra droga sintética, sin que ello implique una disminución del consumo de heroína, cocaína o marihuana.

El fentanilo es la versión contemporánea de lo que Marx llamaría una mercancía de ganancias extraordinarias, aquella cuyo valor excede todo costo de producción, en El capital escribió que “la ganancia del capitalista proviene de que tiene que vender algo por lo cual no ha pagado nada”⁵. Ese principio se repite en el narcotráfico con precisión matemática, ya que al narco no le cuesta nada producir ni circular la mercancía, convirtiéndose así en el motor indispensable de la ecuación perfecta de las ganancias extraordinarias.

Según estimaciones de InsightCrime y Quinto Elemento Lab, un cocinero puede recibir hasta 60 mil pesos mexicanos por kilo de fentanilo producido, mientras ese mismo kilo genera en Estados Unidos más de tres millones de dólares⁶. En el otro extremo hay quienes trabajan bajo coerción armada, reclutados mediante engaños o deudas impagables. Los testimonios recogidos por El País⁷ en ranchos controlados por el CJNG son brutales, jóvenes reclutados por Facebook, obligados a entrenarse bajo amenaza de muerte. Entre la precarización y la violencia el narcotráfico construye su fábrica.

La droga existe porque detrás de ella hay cuerpos que la producen, los trabajadores del narco no aparecen en informes ni estadísticas, pero sin ellos no habría nada que incautar, su trabajo es la base material del plusvalor criminal. Si Marx hablaba del plustrabajo no pagado en la fábrica del siglo XIX, hoy podríamos decir que el narcocapitalismo obtiene su ganancia de un plustrabajo clandestino, donde el tiempo humano se expropia por completo. Cada dosis contiene no solo químicos sino horas de trabajo forzado, miedo, fatiga, desapariciones y asesinatos.

La dimensión ecológica completa el cuadro. En Zacatecas, el hallazgo del laboratorio más grande del sexenio, con casi cuatrocientos mil metros cuadrados⁸, dejó una estela de tierra quemada. Para el narcotráfico, como para cualquier empresa extractiva de gran capital, la destrucción del territorio es parte del proceso de valorización. El capital no paga la vida que arruina.

Todo esto pone al narcotráfico en el centro del capitalismo. Las rutas del fentanilo son las mismas que las del comercio legal, los puertos, carreteras, aeropuertos, plataformas digitales y bancos de gran capital. Y no importa cuánto oro tengan las culatas de los narcotraficantes, las ganancias obtenidas por todas las drogas, sintéticas y naturales, son tan inmensas que les alcanzan para pagar sus extravagancias durante muchas vidas sin acabárselas, un caudal que termina filtrándose hacia el mercado formal, lo que desnuda que la lógica del narcotráfico es la lógica del capital, una racionalidad que no distingue entre mercancías sino por la velocidad con que estas se transforman en dinero. Ese dinero ya no se entierra en páramos ni en muros de casas como hacía Escobar, ahora circula en los mercados financieros que sostienen la economía formal.

La economía del fentanilo es una economía del dolor. Nació en hospitales, como anestésico, y terminó anestesiando a quienes no podían pagar un analgésico legal. El mercado global hizo el resto, multiplicó su producción, abarató su costo y amplió su clientela, en cada dosis hay una promesa falsa de alivio y una certeza de ganancia, el negocio es tan perfecto que incluso su represión alimenta su rentabilidad, cada decomiso sube el precio. He ahí otra función de la violencia contemporánea, ser una fuerza económica que encarece la mercancía ilegal mientras se integra a la economía formal.

El fentanilo no pertenece al narco, pertenece al capital. Es su versión más pura, su molécula definitiva. No tiene rostro, ni ideología, ni fronteras, circula, se multiplica, produce valor. No necesita fábricas visibles ni obreros sindicalizados, le basta un grupo de personas dispuestas a trabajar hasta morir y millones de consumidores que compren su muerte en microgramos. Lo que mata no es solo el consumo, sino la lógica que lo sostiene, en su estructura microscópica conviven la tecnología china, la geografía mexicana y el capital norteamericano. Mientras siga siendo rentable, seguirá siendo la molécula más letal del mundo, una epidemia química, económica y de salud que marca un sin límites de nuestra época.

Fuentes

  • 1. BBC Mundo (2019). Crisis de opioides: cómo comenzó y por qué sigue afectando a Estados Unidos. https://www.bbc.com/mundo/noticias-47682894
  • 2. Reuters (2024). We bought everything needed to make $3 million worth of fentanyl for $3,600. https://www.reuters.com/investigates/we-bought-everything-needed-make-3-million-worth-fentanyl-all-it-took-was-3600-2024-07-25/
  • 3. UNODC (2025). World Drug Report 2025. https://www.unodc.org/unodc/data-and-analysis/world-drug-report-2025.html
  • 4. CDC (2024). Provisional Drug Overdose Death Counts. https://www.cdc.gov/nchs/nvss/vsrr/drug-overdose-data.htm
  • 5. Marx, Karl (1981). El capital, Libro III, Vol. 6. México, Fondo de Cultura Económica.
  • 6. InsightCrime (2024). How Mexico’s Fentanyl Economy Works. https://insightcrime.org
  • 7. El País (2025). Reclutados por el cártel: ‘Me ofrecieron trabajo por Facebook…’. https://elpais.com/mexico/2025-09-21/reclutados-por-el-cartel-en-el-rancho-la-vega-me-ofrecieron-trabajo-por-facebook-pero-luego-me-dijeron-que-seria-sicario-o-me-descuartizaban.html

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