Se cumplen 20 años del histórico “No al ALCA”, aquel grito unánime que en Mar del Plata (Argentina, 2005) unió a gobiernos, sindicatos y movimientos sociales en una misma consigna: defender la soberanía latinoamericana frente al avance del imperialismo estadounidense.
El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsada por Estados Unidos en los años noventa, buscaba consolidar su dominio político y económico sobre el continente, replicando el modelo del TLCAN pero a escala continental. El objetivo era claro: asegurar mercados, recursos naturales y subordinación política bajo la lógica del libre comercio.
Durante la década neoliberal, el ALCA representó la cara moderna de la vieja Doctrina Monroe, una herramienta para perpetuar la dependencia del sur hacia el norte. El proyecto prometía “desarrollo y prosperidad”, pero en realidad implicaba la apertura indiscriminada de los mercados, la pérdida de soberanía económica y la subordinación de las leyes nacionales a las corporaciones transnacionales. Mientras, América Latina vivía la destrucción de las economías locales, el aumento de la pobreza y la privatización de los bienes comunes.
Mar del Plata: el día que el sur dijo basta
En 2005, el presidente estadounidense George W. Bush llegó a la IV Cumbre de las Américas decidido a imponer el tratado. Por su parte, Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva se posicionaron en defensa de la soberanía nacional de los países del sur y llamaron a la integración regional; en su respaldo, miles de manifestantes llenaban las avenidas de Mar del Plata en la llamada Cumbre de los Pueblos, donde sindicatos, movimientos sociales y figuras emblemáticas como Diego Maradona expresaban su rechazo a la injerencia estadounidense.
Kirchner y Chávez coincidían en que el futuro del continente no podía estar en manos del mercado sino de los pueblos, y la región demostró que la unidad era el camino para frenar al imperialismo. La derrota del ALCA marcó el inicio de una nueva etapa en la integración regional. De ese impulso surgieron la UNASUR, la CELAC y la Alianza Bolivariana (ALBA-TCP), espacios que consolidaron una agenda de cooperación e independencia frente a Washington.
Gracias a esa coordinación política, América Latina logró reducir la pobreza, fortalecer su autonomía y defender la democracia ante los intentos de desestabilización promovidos desde el norte.
Hoy, dos décadas después, el recuerdo de aquel 5 de noviembre cobra nueva fuerza. Mientras algunos gobiernos vuelven a alinearse con Estados Unidos y promueven tratados que amenazan la soberanía nacional, el ejemplo del “No al ALCA” recuerda que los pueblos del sur pueden decir basta.
Desde los procesos de resistencia en Cuba, Venezuela, México o Colombia, hasta las luchas sociales actuales, la defensa de la autodeterminación sigue siendo el horizonte común del Sur global.
Fotografía: Redes












