China mostró al mundo su nuevo misil balístico intercontinental DF-5C, durante el desfile militar que conmemoró los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. El anuncio refleja no solo avances tecnológicos, sino también la creciente tensión en la disputa por la supremacía militar global.
El DF-5C tiene un alcance superior a 20 mil kilómetros, lo que lo convierte en un arma capaz de impactar cualquier punto del planeta en cuestión de minutos. Además, puede transportar hasta diez ojivas nucleares independientes (MIRV), cada una con un poder destructivo de hasta 4 megatones.
A diferencia de modelos anteriores, este misil incorpora sistemas de navegación por satélite Beidou y guía inercial, lo que aumenta significativamente su precisión. También cuenta con contramedidas avanzadas contra la interceptación y un sistema de transporte modular que reduce el tiempo de preparación para su lanzamiento.
El misil es capaz de alcanzar velocidades hipersónicas y se complementa con otros sistemas estratégicos de China, como el DF-41, de combustible sólido y lanzamiento móvil, y los misiles lanzados desde submarinos JL-3. Con ello, Beijing refuerza su doctrina de disuasión nuclear basada en la “represalia asegurada”.
Este tipo de armamento, presentado como símbolo de “defensa nacional”, refleja una dinámica preocupante de carrera armamentista que recuerda la lógica de la Guerra Fría. En lugar de fortalecer la cooperación internacional y el desarme nuclear, las potencias mundiales insisten en desarrollar sistemas cada vez más destructivos.
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Fotografía: Redes