Millones de personas refugiadas sudanesas enfrentan una emergencia alimentaria crítica, agravada por la falta de financiamiento internacional y la prolongación del conflicto armado. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertaron que la situación de hambre y desnutrición ha alcanzado niveles alarmantes, en especial entre la infancia y mujeres desplazadas.
“Sudán figura ahora entre los países con mayor prevalencia de desnutrición aguda global”, advirtió Babar Baloch, vocero de ACNUR, citando datos preocupantes de personas recién llegadas a Chad y Uganda.
En la región de Tine, en Chad, el 11.2% de niñas y niños de entre 6 y 59 meses padecen desnutrición aguda severa, mientras que un 30.5% sufre desnutrición moderada. Además, el 10.5% de mujeres embarazadas y lactantes también se ven gravemente afectadas.
Esta emergencia alimentaria también expone a la población refugiada a graves riesgos de protección, como el matrimonio infantil, la deserción escolar y la explotación laboral, según Baloch. “No se trata sólo de una crisis nutricional. Es la peor crisis de protección a nivel mundial”, subrayó.
La falta de recursos ha obligado a ACNUR a suspender actividades clave como encuestas de nutrición, debido a la escasez de fondos y personal. El Plan Regional de Respuesta para Refugiados 2025 apenas ha recibido el 15% del financiamiento necesario.
Desde abril de 2023, el PMA ha proporcionado asistencia alimentaria y monetaria a personas refugiadas sudanesas en siete países vecinos, pero las operaciones podrían paralizarse en naciones como Egipto, Etiopía y Libia si no llegan donaciones urgentes.
“Necesitamos más de 200 millones de dólares para sostener la ayuda a personas refugiadas, y 575 millones para salvar vidas dentro de Sudán”, señaló Shaun Hughes, coordinador de emergencias del PMA. Insistió en que la única solución duradera pasa por una acción política decidida para poner fin al conflicto.
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Fotografía: Redes