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Alessandra Rojo de la Vega intenta imitar a AMLO y se convierte en blanco de burlas

Internautas cuestionaron la autenticidad de la imagen difundida por la alcaldesa

En su intento por posicionarse como una figura de liderazgo dentro de la oposición, Alessandra Rojo de la Vega parece haber cruzado la línea entre la inspiración política y la copia forzada, generando una intensa ola de críticas y burlas en redes sociales tras publicar una fotografía que reproduce casi al detalle una emblemática imagen de Andrés Manuel López Obrador.

La imagen en cuestión fue publicada días después de la marcha denominada Resistencia Democrática, convocada por la propia alcaldesa de Cuauhtémoc, el pasado 31 de agosto en la Ciudad de México. En ella, se le ve desde una toma cenital caminando entre una multitud, vestida de blanco, al centro de lo que intenta mostrar como una manifestación ciudadana masiva. Sin embargo, el encuadre, la pose y la intención visual resultaron demasiado familiares, remitiendo inevitablemente a la histórica caminata de AMLO del Ángel de la Independencia al Zócalo en 2022.

Lejos de ser vista como una muestra de liderazgo auténtico, la foto fue interpretada como un acto de oportunismo visual, un intento burdo por apropiarse del símbolo político que representó aquella marcha del entonces presidente. Las redes sociales no tardaron en señalar que la imagen parecía un «intento de emular al líder original», aunque con mucho menos respaldo popular y legitimidad.

Aun cuando la imagen buscaba proyectar fuerza y respaldo ciudadano, lo que logró fue poner en evidencia las contradicciones del discurso opositor: una funcionaria que critica el estilo de Morena, pero al mismo tiempo replica los recursos simbólicos más icónicos de su principal figura. Las comparaciones resultaron inevitables, y con ellas llegaron los señalamientos de incoherencia, ambición y un exceso de cálculo político.

Además, varios usuarios de redes pusieron en duda la magnitud real del evento, sugiriendo que la toma fue cuidadosamente seleccionada para aparentar una concentración mucho mayor a la que realmente se presentó. Incluso se compartieron imágenes desde otros ángulos que mostraban espacios vacíos y grupos pequeños organizados alrededor del templete, lo que reforzó la percepción de manipulación visual.

Más allá del debate sobre la cantidad de asistentes, el verdadero problema fue el mensaje que la imagen terminó enviando: mientras pretendía encabezar una resistencia democrática, Rojo de la Vega terminó por colocarse en el centro de una estrategia que parecía diseñada más para construir una figura política personal que para movilizar un movimiento ciudadano genuino.

Quienes conocen el terreno político saben que el simbolismo importa, y en política, las comparaciones no perdonan. El intento de la alcaldesa por colocarse como la nueva cara de la oposición, copiando el estilo visual de su adversario, no solo falló en generar entusiasmo, sino que evidenció una falta de autenticidad que muchos ya le cuestionaban.

El resultado fue un efecto bumerán: una movilización que buscaba denunciar el abuso de poder terminó proyectando la imagen de una figura que recurre a los mismos mecanismos de poder que critica. Si su intención era aparecer como la líder natural de una nueva oposición, la ejecución del mensaje visual terminó debilitando más que reforzando su posicionamiento.

Foto: X

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