El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) deportó el pasado 29 de agosto a dos bomberos mexicanos que trabajaban como contratistas privados en la extinción del incendio Bear Gulch, en el condado de Mason, Washington.
“Arriesgamos la vida para salvar a la comunidad. Y así es como nos tratan”, declaró uno de los afectados al diario The Seattle Times.
De acuerdo con medios locales, el operativo migratorio comenzó el 27 de agosto, cuando agentes federales retuvieron durante varias horas a un equipo de 44 brigadistas que combatían el fuego en un área de más de 3,600 hectáreas. Los bomberos relataron que fueron alineados, obligados a mostrar identificaciones y advertidos de que no podían grabar la intervención.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó que en la revisión se detectaron “varias discrepancias” en la documentación de los trabajadores y que dos de ellos se encontraban en el país de manera irregular, uno con orden de expulsión previa. “Se identificaron varias discrepancias y se descubrió que dos individuos estaban presentes en Estados Unidos irregularmente”, señaló la dependencia.
Por su parte, ICE aseguró en un comunicado que la detención y deportación de los bomberos “no afectó las operaciones de extinción de incendios, ni la respuesta a ningún incendio activo en la zona, y tampoco representaron ningún peligro para la comunidad circundante”.
La medida se ejecutó en apego a la política migratoria vigente, basada en directrices implementadas durante el gobierno de Donald Trump y mantenidas en la administración actual.
El caso ha generado críticas en Washington y México, ya que los brigadistas habían sido contratados para apoyar en un incendio que amenazaba comunidades locales.
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